29 de octubre de 2011

24 de octubre de 2011

LA BROMA FINAL



Las Ventas: Antoñete fuera/coldplay dentro

Que el Maestro Antonio Chenel Antoñete no haya podido despedirse de esta su plaza, esta su casa, con una vuelta al ruedo como Dios manda, el de los toreros de su talla por lo menos, debido a un concierto de los viva la vida de coldplay, es la broma final de los tiempos que me ha tocado respirar estallando en mi cara. Como forma de guardar las distancias con este zeitgeist que me sitia, y de postrero homenaje, y sobretodo, para mi compadre el Legionario, mientras afila la navaja, por tantas risas pasadas con su lectura y para que retome nota, ahora indignado que está con el tal Abellá, por la fatal coincidencia, aunque sé que sabe de distancias (y más que nada de cortas, cuidado por las noches señor gerente) y de espacios intercostales, para futuras ocasiones, que esto nunca viene mal y ya nadie lo explica así:



La distancia

por JOAQUÍN VIDAL

El maestro salió al encerado, cogió tiza, trazó rayas y explicó La Distancia (teorema). Al maestro le llaman los alumnos democráticamente Antoñete. El maestro es un demócrata y un liberal, y todo aquello de bueno que pueda ser un maestro, y no le importa salir al encerado y explicarles el teorema de la distancia a unos alumnos que seguramente no le harán caso jamás.

La distancia es, en este contexto, la que hay que darle al toro. La que hay que darle al toro para torear bien, se entiende, porque hay otras distancias. Por ejemplo, para torear mal, una distancia apropiada es la que le daba el Yiyo al sexto, que no era distancia ni nada, sino una impertinente aproximación al hocico, que le impedía al toro tomarse un respiro y acudir holgadamente al engaño.

Hasta se duda de que el toro pueda ver el engaño cuando se le cita de tan cerca. Haga usted la prueba: póngase en función de toro y pídale a su santa esposa que le cite con el periódico, poniéndoselo en las mismísimas narices. Comprobará que no ve absolutamente nada y que, por tanto, se le quitan las ganas de embestirla pastueño.

En cuestión de distancias, Antoñete es más que maestro y por esta razón tiene subyugado al personal. Claro que algo le cuesta. En el cuarto toro casi le costó un abceso pulmonar encontrar la distancia precisa para instrumentar aquellos redondos que dió, y que allí quedaron, inmortalizados en chiribitas, que tiene ya en los ojos la aficion para sus venideras ensoñaciones de toreo caro.

Los iniciados en la ciencia de la tauromaquia coincidían en que ese cuarto toro negro como carbón por los lomos y salpicao por las bragas, era noble, y Antoñete también estaba en ello, aunque no acertaba a templarle la embestida y sufría continuos acosones al rematar los pases. En el tendido decían: "Está con la boca abierta", y no se referían al toro. Llevaría el maestro malograda su docenita de pases o más cuando salió al encerado, cogió tiza, trazó rayas y explicó La Distancia (teorema).

Si el toro está allí, y tiene esos pies, y ese tipo de casta, y el viento sopla de poniente, y la temperatura es de 20 grados, y la humedad relativa del aire del 70% y son las ocho, hay que ponerse aquí y adelantar la muleta de esta forma -¡sin exagerar, no tanto!- y ladearse ofreciendo a la agresividad del pitón medio pecho. Lo hizo el maestro. Embistió entonces el toro noble y empezó la recreación del toreo puro, que siempre maravilla. Los olés atronaban el aula magna. Tres redondos, y el de pecho; tres redondos, y el trincherazo; tres redondos, el cambio de mano y el de pecho otra vez, pero ahora recreándose en el cite, cimbreando la cintura como oscila apenas el junco en la tenue brisa...

Mientras unos gritaban "¡torero!" otros declamaban odas, qué vamos a hacerle, que así es el tendido venteño cuando lo vuelve loquito el toreo de verdad. La distancia estaba explicada y la demostración práctica consumada con arte, para lo cual el maestro, en tarde de inspiración, la había aderezado con temple, mando, y ese empaque señorial que le hermosea el cuerpo en las solemnidades toreras. Después se echó la muleta a la izquierda y ya no era lo mismo. Los alumnos pudieron advertirle -y no lo hicieron por respeto- que, en el natural, el estoqueador se coje por el centro y no por la punta, como si fuera garrota, según hacía.

La verdad es que no importó demasiado a la cátedra. Hipnotizada por la distancia, el temple, el mando y el empaque señorial del toreo en redondo, los naturales le parecieron lo mismo aunque resultaban bien distintos, y los jaleó con igual estruendo. Si en vez de pinchar cobra la estocada, Antoñete habría salido ayer a hombros por la puerta grande.

Otra realidad fue que el maestro había estado haciendo novillos durante la clase. Con su primer toro, un destartalado morucho, tiró lineas en el encerado, no para explicar lecciones sino para emborronarlo. Los dos ejemplares se los lidiaban sus peones Martin Recio y Montoliú. Ayer lo hizo mejor Martin Recio, que corría a los toros siempre por delante, llevando muy bajo el capote para acostumbrar les a humillar, y prendió dos buenos pares de banderillas. El maestro tiene un tesoro en Martin Recio y Montoliú, que le lidian los toros y además son sus balones de oxígeno. Cuando las ferocidades del toro le ahogan, acuden veloces como el rayo y se lo quitan de en cima.

La lidia, por añadidura, transcurrió complicada en ese y en los restantes toros, pues eran moruchones y con semejante género es difícil lucirse. Curro Vázquez dibujó una verónica y media y estuvo lidiador con la muleta en su primero, y en el otro, que no embestía, porfió aburridamente para sacar tres pases inútiles. Yiyo le sacó al tercero de la tarde la media docena de derechazos que admitía y al sexto no le cogió la distancia, que decíamos.

Los toros se paraban, por descastados, y también porque los picadores les molían el espinazo, según costumbre. Sólo Mozo 1 hizo la suerte con ortodoxia, tirando la vara al morrillo, y se ganó la ovación. El Mozo es un caballero. También él debería salir al encerado para explicar ésta otra distancia, la de la suerte de varas, a ver si se enteran sus colegas de castoreño, que no dan una.

Plaza de Las Ventas. Madrid - 19/05/1985
18 de mayo. Quinta corrida de feria. Cuatro toros de Atanasio Fernández; quinto y sexto (éste, sobrero), de Alcurrucén, Grandes y descastados. Antoñete. Pinchazo y estocada caída perdiendo la muleta (pitos). Tres pinchazos y estocada corta caída (gran ovación y salida al tercio). Curro Vázquez. Dos pinchazos, otro hondo delantero y descabello (silencio). Cuatro pinchazos y dos descabellos (silencio). Yiyo. Pinchazo en la suerte de recibir, otro pinchazo y descabello (palmas). Dos pinchazos y bajonazo (silencio).

20 de octubre de 2011

MAMÁ QUIERO SER ARTISTA

"Mamá, con esta cara no puedo ser un artista del G-10"


Resumen de lo acontecido entre Alberto Aguilar y sus dos veraguas. Leemos entre líneas.

"Más armónico el segundo. Jabonero tambien. Con casi seis años. Dos puyazos al relance. Cobra en el primero. Un tercer puyazo de lejos. El toro responde arrancandose pero no se entrega debajo el peto. Sale huidizo. Un molesto saltito afea cualquier tipo de lucimiento con la muleta. Desde el principio enseñó el defecto. Alberto decide, con buen criterio, torearle por los pies y matarlo. Con la espada dentro le da para desarmar al matador y a uno de sus subalternos. Alberto Aguilar pasó las de Caín. El toro no descubre. Al revés. Se sitúa altanero y desafiante. Un toro a la antigua. Este tipo de toros gustan de vez en cuando, habitualmente seria insoportable. En todo momento mantuvo la sensación de riesgo en el ruedo. Murió en los medios. De fiero y arisco, no de bravo.

Ensillado y largo el quinto. Feo. Destartalado. Tres puyazos, el último para llenar una garrafa con sangre. Brindis de final de temporada a la cuadrilla. El toro no tiene un pase por el derecho. Por el izquierdo no mejora. Muy valiente. Meritorio el trasteo. Pericia y decisión en una buena estocada. Rodado el toro." Toro de la Jota

"Simplón y estrecho era el también jabonero Friturero que salió en segundo lugar, que humillaba en el inicio del trazo capotero para tirar un derrote de cara alta en el final. Al relance se vino al caballo para recargar con escaso poder en el puyazo carioquero y dejarse pegar después haciendo sonar el estribo. Largo lo dejaron en el segundo encuentro, de donde salió suelto al sentir de nuevo el hierro.

Tardo y reservón fue en la muleta, lanzando violentos derrotes defensivos en medio del corto recorrido. Sin clase, ni codicia ni repetición ni fijeza. Pasó un rato, Aguilar, ante la manfiesta mansedumbre del animal, intentando robar viajes con escaso éxito. Mató de estocada y descabello pasando un trago por la nula humillación del toro. Silencio.

Largo, montado y ensillado salió el Tortolillo quinto sin empleo en el capote de Aguilar y saliendo suelto de cada lance. Se fue al relance desde los medios para estrellarse contra el peto dejándose pegar, igual que se dejó en la segunda vara.

A su cuadrilla brindó Aguilar el último toro de la temporada, y sobre las piernas tuva que ser, por fuerza, la faena a un toro de embestida descompuesta y reponedora que se quedaba debajo de la tela sin pasar y había que andar listo para que no te echara mano. Logró imponerse el madrileño a base de ataque y fuerte toque. Se tiró sobre el morrillo para lograr la estocada trasera y escuchó ovación." Burladero

"Pero más todavía Alberto Aguilar, que difícilmente encontrará tan juntos dos camorristas de esa calaña y en tan corto espacio de tiempo. El quinto, un toraco bronco y montaraz, quiso quitarlo de enmedio de un arreón traicionero y por poco lo consigue. A cambio, Aguilar lo fulminó de una estocada. Y su otro, el enano de la tarde, filigraneó para hacerle un roto. El torero se libró no sin antes ser desarmado en un sinfín de ocasiones. Vaya tela." El Periódico de Aragón

"El segundo de la tarde, "Friturero", también me ha gustado pese a su mansedumbre, pues ha sido un animal encastado y poderoso que ha hecho pasar un mal rato a su matador y que con la espada clavada se ha hecho el amo del ruedo. Ha tenido este animal reminiscencias antiguas y una acentuada seriedad que ha llevado de calle a su matador y lidiadores." La Cabaña Brava

"El segundo, otro jabonero, resulta muy complicado: pega arreones, echa la cara arriba, al final de cada muletazo. Alberto Aguilar abrevia, mata con decisión. Con la espada clavada, el toro persigue al matador, lo desarma dos veces. El público se pone de parte del toro. Brinda el quinto a la cuadrilla: con esfuerzo, se libra de las tarascadas. Hace lo que puede, que es poco. Mata de gran estocada, atracándose de toro." Andrés Amorós Abc

Violento y orientado el lavado y jabonero 2º

Malo el silleto y mal hecho 5º

"Cuando el jabonero segundo de Prieto de la Cal, de casi seis años, sintió el frío de la espada en sus entrañas todavía no había terminado de sacar todo lo malo que llevaba dentro. Y eso que ya había sacado mucho por los dos pitones, una violencia de derrotes, una dureza cabrona y de genio montaraz. El arreón último a Alberto Aguilar con el estoque dentro fue de predador. Pésimo hasta para morir sin humillar ni dejarse descabellar en los medios. Las tres veces que la prenda fue al caballo las tres se soltó, aunque la tercera fuese en largo. Algunos demagogos aplaudieron su arrastre.

El quinto de Prieto de la Cal se presentó en el ruedo con toda su anatomía silleta a cuestas, hecho como a golpes con el martillo de Thor, el pitón derecho dañado y erosionado. Y tan malo que se fue directo al cuerpo de Aguilar según le puso la muleta. Pasó el hombre un quinario con sus reflejos como arma mayor. La estocada fue fulminante. En un visto y no visto." Zabalita El Mundo

"Alberto Aguilar tuvo que lidiar con un segundo jabonero más suelto de carnes pero mas ofensivo de cara, peligroso , que embistió sin humillar y sin entregarse. Manseó el toro en varas aunque acudió de lejos en la segunda vara, pero salió suellto. Aguilar se empeñó en un inicio por el pitón izquierdo pero sólo pudo demostrar disposición frente a un animal que luego se puso complicado para descabellar. Echó siempre la cara arriba el toro, lo desarmó una vez y nunca fue metido en la muleta. El quinto, negro, cuesta arriba, hecho en dos partes, hizo que Aguilar mostrara su valor en una labor en la que se sobrepuso a las embestidas de un animal desrazado que no se entregó a la muleta y que tampoco humilló." Mundotoro

"Aguilar fue el menos afortunado en su lote, dentro de lo difícil que era ser afortunado, y logró no descomponerse." Opinión y Toros


Lo que aconteció fue una heroicidad, y podría haber ido mucho más allá, pero Alberto, con la cara descompuesta tras despenar el quinto, le soltó al del micrófono "esto no es torear", le faltó completarlo, "y yo quiero ser artista... y ganar dinero".

Pues vamos a hablar de artistas, cenit, súmmum del ser humano al que aspiran todos estos toreros del siglo XXI, contaba Giacometti (no sabemos si alguno del G-10 o 20 o 30 habrá oído hablar, no digamos leer, de este hombre, pero a lo mejor ponen la oreja si escuchan que vendió una de sus esculturas por 74,2 millones de euros) el porque se dedicó al arte. Lo explica así, atención: "Hago pintura y escultura para defenderme, para alimentarme, para atacar.... Para ser lo más grande posible, para vivir mi aventura, para hacer mi guerra".

Y aquí no hablamos metafóricamente, el cuartucho donde se encerró toda una vida para crear, era un lugar sobrenatural como un ruedo. Lo explica mejor que yo Félix de Azúa (los malditos paréntesis pseudoexplicativos míos): "Los lugares sagrados son espacios desconcertantes, caprichosos y generalmente baratos (un montón de arena). Aparecen en donde menos se piensa, es inútil buscarlos porque sólo es posible encontrarlos, no se perciben a simple vista ya que su naturaleza sacra sólo se muestra mediante el sacrificio, que es lo propio de los espacios sagrados, si no, se llamarían de otra manera. (...) Fue su sacrificio, terco, dramático, su ígnea voluntad de arrancarle al vacío una figura humana y más que humana, lo que iría transformando el agujero en un lugar sagrado. (...) las divinidades no atienden a nuestra manía de poner precio a las cosas, sino al deseo, tan sólo al deseo. Es el deseo y sólo el deseo, unido al sacrificio y sólo al sacrificio, lo que hace descender a las divinidades y convertir modestos lugares en templos perdurables. Todavía hoy sigue sucediendo.".

En Zaragoza no sucedió. Le faltó a nuestro aniñado torero el deseo de consagrar la plaza de La Misericordia, y con esto no digo regarla de sangre, no es uno un sádico, sino de haberle dado importancia a lo que hacía. Marcial Lalanda, uno que está olvidado, lo recordamos cuatro, creo, lo veía de manera muy distinta:

"Para algunos, según dicen, la pesadilla es la salida de un toro difícil o imposible, que les lleva por el camino de la amargura, se las hace pasar moradas... Sin orgullo, puedo decir que tampoco es mi caso. (...) De los ocho o diez toros excepcionales que he visto en mi vida, casi ninguno como aquel Amargoso de Albayda, que yo maté unos años antes.

Por su excepcionalidad en todo, ofrecía, para el torero, dificultades casi insalvables. Embestía desde muy largo, como un bólido. Frenaba cuando llegaba a mí. Seguía mis movimientos y corneaba con tal fiereza que fue reduciendo mi coraje hasta vencer mi ánimo. Cuando ya no me quedó otra cosa que hacer, opté por meterle la espada.

Murió sin que nadie supiera lo que el toro podía haber sido. Escribieron que era un marrajo, otros dijeron que quizá estaba toreado. Yo sé lo que fue en realidad: un toro bravísimo, excepcionalmente bravo, pero con bravura de la mala (!!!!!!!!), que va a por el torero.

Para reducirlo, yo sabía muy bien lo que había que hacer. Simplemente, no me atreví a hacerlo. Bastaba con que le hubiera aguantado su feroz embestida y, al llegar al cuerpo, le hubiera adelantado la pierna, al mismo ritmo de la muleta, haciendo un cruce espeluznante para que el toro, embalado en su velocidad, hubiera seguido el engaño de la pierna y trapo hasta el último alcance de sus pliegues. Y, luego, repetir la suerte cuantas veces hubieran sido precisas, de acuerdo con la velocidad y el poder del toro. Si así lo hubiera hecho, se me hubiera entregado, sin duda alguna. No lo hice y ese toro excepcional cargó con un mochuelo que todavía me pesa en lo intimo de mi conciencia.

(...)

"¿Había muchos toros como estos, que daban la impresión de ilidiables, y en realidad no lo eran? Muchos. Me preguntaréis: ¿Es que quieres que vuelvan a los ruedos aquellos toros? Mi respuesta rotunda sería: ¡Sí! Aquellos toros -junto a otros, más nobles- daban la tónica de lo que la Fiesta debe ser, descubrían la importancia de un torero y el público vivía en toda su intensidad la grandeza del toreo. Los aficionados que no se reconfortan con estas emociones son culpables de la decadencia actual de nuestra Fiesta

(...)

He dado toda mi vida a esta Fiesta, en una época en que el toro protagonizaba la plena conciencia del espectáculo. Un espectáculo mitad lógico y mitad mágico, pero siempre heroico.

Cuando el toro era el supremo elemento, representaba el poder, el furor opuesto al hombre.

Ese toro, que producía verdadero pavor, obligaba al diestro a superarse, a vencerse a sí mismo para triunfar en su lucha con la fiera."


Lalanda podría haber conversado con Giacometti, pero claro, él sí era un artista.


MÁS MÁQUINA

Más Maquinistas, más máquina, más poder, más leña al fuego, más casta.


KING TITO

Cuando suenan los timbales del primer tercio y sale King Tito Sandoval, el Rey...

17 de octubre de 2011

TWITTERS DESDE TERUEL




(Friturero, de Prieto de la Cal)


Me fui a ver la feria a Teruel. A un bar.

Con lo de Padilla se me cayó la línea.

Si Alberto Aguilar no hubiera declarado "esto no es torear" tras su pelea con los dos veraguas, le hubiera escrito una crónica como si de un héroe se tratara.

Friturero, con tres cuartas de acero toledano en las entrañas, peleando en el centro del ruedo, dando cara su vida. Respeto.

En lo de Cuadri, otro gran toro para apuntar esta temporada, hablamos, por llevar la contraria, y porque no nos gustan tanto los toros que se caen a mitad de faena, por muy bravos que sean, de Maquinista. Aquí nuestro pequeño homenaje a los dos.




(Maquinista, de Celestino Cuadri)


A los toros les falta poder. Como comentan los del lugar.

6 de octubre de 2011

APUESTAS




Toreo de Sevilla (arriba) y toreo de Madrid (abajo)

Explicación gráfica para Jose Morente


5 de octubre de 2011

VIVIENDO EN EL ERROR





Después de ver La meglio giuventù (moraleja: "Nella vita tutto è bello" (verdad)) me pongo con Mondo Cane (no se pierdan el trailer) para contrastar y no ponerme especialmente sentimental (moraleja: "Nacemos llorando por venir a este perro mundo" (verdad también)). (El tema de "la verdad", como ustedes pueden comprobar, es espinoso).

En este documental del 61, predecesor de tradiciones pop tales como las snuff movies, el porno duro, los videos de ejecuciones y los reality shows televisivos, aparecen mis admirados forçados portugueses partiéndose la cara con unos toros. Los bordados reventados de sus magníficas chaquetillas manchadas de sangre, otra vez en espiral descendente, dieron con mis huesos, y por tanto mi cerebro (o lo que queda de él), en una estrecha cama con una pantalla de ordenador delante y unas estampas de España y Portugal (vía Campos y Ruedos) que yo mismo subí en este cuaderno de bitácora. Todo se completó, y de qué manera, con un texto leído hace unos días, en Salmonetes.

"El hecho de que durante miles de años los hombres hayan adorado al toro como padre de los dioses y como autor de la vida misma es una creencia con tanta intriga que no puede despacharse diciendo mientras se levanta una ceja “pero vivían en el error”." Jack Randolph Conrad "El cuerno y la espada".

Creo que junto a estas dos imágenes, más una de las Landas, ya está casi todo dicho. Un respeto.

3 de octubre de 2011

EN EL FILO



Durante dos días se ha visto que el toreo brota sublime de un filo entre la vida y muerte que rebosa sangre. Ya sé que suena masticado pero regurgitándolo, casi soñando despierto, he recordado mis desvaríos de todos los años entorno a los carteles de Octubre. Si el mano a mano Fandiño-Mora hubiera sido frente a los Adolfos...


EL MIEDO, OTRA ENCASTADA HISTORIA



Aviadorito, nº 102, Cárdeno, 04/06, 520 Kgr, Adolfo Martín


"Toda la nómina de sandeces que uno va escuchando a lo largo de la temporada se te vienen encima al ver salir a la arena blancuzca de Las Ventas a Aviadorito, número 102, con esos pitones asaltillados, con esa mirada hueca, con la seriedad de un Catedrático de hace un siglo. ¿Cómo es que esas grandes figuras no querrán ni ver a estos grandes oponentes?, nos preguntamos una vez más. Y la respuesta la hallamos en cuanto vemos el descalzaperros que monta Aviadorito con su sola presencia, el miedo que se palpa en el ambiente, la forma en que echa mano a José Mora y está con él tirándole derrotes y zarandeándole en el suelo y por el aire sin atender a los capotes. Porque Aviadorito infunde miedo y eso es algo tan poco cultural, tan fuera de esta Acrópolis que es la cúpula del toreo, que por ello no es extraño que ninguno de los abajofirmantes del trust quiera verse con nada que se le parezca.

A Aviadorito le pusieron cuatro veces al caballo y le dieron más que a toda la cabaña del Cuvillo en lo que va de año. Bueno, pues ni por ésas consiguieron que el bicho nos enseñase la lengua. Recatado él. Aviadorito era el toro de lidia. Lo que como mínimo debe ser el toro de lidia: un animal de casta que infunde respeto. Y luego, que sea manso o bravo es otra discusión, que si es bravo ya tocamos el cielo, pero que meta miedo y provoque respeto es lo mínimo que se debería pedir al toro para empezar a hablar." José Ramón Márquez

Otro gran toro que pisa Las Ventas este año (aquí los otros dos).

(Apendice: Con José Ramón Márquez, cierto tipo de aficionado apestado, habemus crítico taurino)