28 de abril de 2008

PUREZA Y SORDERA


Antonio Montes Vico es el torero al que "El pasmo de Triana" se refiere, en verdad, en el texto anterior como fuente de devoción suya y de su cuadrilla de torerillos anarquistas. Máximo exponente de la quietud, a través de su toreo paradísimo influyó en Belmonte y a partir de él en todos los toreros posteriores, pasando a formar parte como concepto clave de los sagrádos canones de la tauromaquia. Sufrió una mortal cogida en México, por el toro Matajacas, el 13 de enero de 1907. Falleció cuatro días después a causa de las heridas. Tras varios días de exequias, por caída "accidental" de las velas del catafalco, se prendió el cadáver, apareciendo carbonizado, la cara y las manos enegrecidas, la piel del cuero cabelludo enrollada y las orbitas de los ojos vacías... El infortunio más allá de la muerte.


En él también se daba la peculiaridad de que tenía una gran sordera que lo abstraía de cualquier distracción del público y aumentaba su gran concentración en la lidia. Dándose así, según nos cuenta el Cossio, que se entregaba a la lidia con una cierta impasibilidad que resultaría excesivo, pero gráfico y patentizador, llamar mística.


Por esto de estar tan parado, pasarse los toros cerca y el rollo místico podría pensarse que es un precursor de José Tomás, pero en seguida vemos, leyendo alguna de las críticas de la época, que esto no es verdad:


"Montes ha desarrollado esta arde el toreo genuinamente clásico y rondeño que apuntó en tardes anteriores. Ha capoteado sus tres toros, causando la admiración de todos los espectadores, principalmente en los lances que propino al tercer bicho, con los pies fijos en el suelo como si los tuviera clavados, esperando la acometida con tranquilidad asombrosa, cargando la suerte con desahogo e inteligencia, y despidiendo los toros con los vuelos del capote, como el proyectil que sale de un cañón. Esta manera de fijar los pies, de aguantar, ceñir y vaciar reposadamente, es toreo de la buena escuela, es lo que hace tiempo se perdió y parece que va a resucitarlo Montes. Varias veces en la corrida de hoy ha logrado Montes entusiasmar al público con su toreo de brazos, con su toreo serio, lleno de emociones por lo poco que el diestro se mueve y lo cerca que está del peligro; y al mismo tiempo que los espectadores admiran el valor y la serenidad del muchacho para desafiar el peligro, contemplan la maña, el arte y la habilidad que posee con el capote para desviárselo, para burlar de cerca y con los pies quietos las terribles acometidas del bicho, que se vuelve y revuelve para apoderarse del objeto que le desafía y burla desde sitio tan próximo" (crítica de Selipe aparecida en El Noticiero Sevillano del 9 de Octubre de 1898, las cursivas son mías).


Montes, hoy en día casi está olvidado, pero recordándolo tiene un azulejo en Sevilla en la calle Pureza, donde nació, y donde años más tarde acabaría posando arrogante uno de los flamenco más grandes e importantes de todas las épocas, Antonio Mairena, que con todos sus defectos fue el máximo defensor de la pureza del cante y celoso guardián de la tradición.


Maireneros cada vez quedan menos, Juan Moneo "El Torta" es uno de ellos, jerezano puro de la dinastía de los Pacote va dando puñaladas con su cante allá donde este. En una de las últimas declaraciones que le he leído dice: "Casi todo lo que se hace no tiene sentimiento de verdad. Te vuelven loco con tanto ruido. Por eso me gusta que Beethoven fuera sordo, porque el silencio es donde reina la raíz. A Beethoven le vino bien la sordera, para no enterarse de muchas cosas".


A José Tomás también le hubiera venido bien, hubiera podido alejarse de todo el ruido que se monta a su alrededor por ese ejercito de aduladores, esa procesión de palmeros, ese coro de poetas baratos que le persigue... José Tomás parece mudo, no dice nada, ojalá fuera sordo y no escuchase tampoco. A lo mejor así podría llegar a la fuente de lo que es el toreo: Arte para burlar y serenidad ante el peligro; es decir, cargar la suerte con desahogo e inteligencia ante un toro bravo.

25 de abril de 2008

LOS ANARQUISTAS


No llegué a meterme en aquellas tertulias de taurinos del Mundotoro (...) Dejé a un lado aquella torería "oficial", con la que no simpatizaba, y fui a caer en un grupo de viejos y zagalones que se reunian a hablar de toros en unos puestecillos de la red llamados blogs.

Me gustaban los toros y me molestaban los toreros. A medida que me entusiasmaba con el toreo, sentía mayor antipatía por el tipo posmoderno del mocito torero. Yo no sabía entonces si aquella repugnancia mía por esa torería era sencillamente una reacción elemental de orgullo determinada por el desairado papel que hacía entre aquellos aficionados presuntuosos que ni siquiera se dignaban a mirarme, o si realmente respondía a una convicción revolucionaria que me llevaba a combatir desde el primer momento los convencionalismos del arte de torear. Probablemente en el principio fue sólo el despecho, el resentimiento, si se quiere, lo que me apartó de las normas del "Académico" y del escalafón. (...)

Me junté con aquellos viejos y zagalones de los blogs, que tenían la misma actitud protestataria y revolucionaria que yo. Era aquella una gente desesperada, que había roto heroicamente con todo. ¿Taurinos? Ni iban a los tentaderos a lucirse, ni usaban gomina, ni se dejaban ver por los empresarios en los cafes de la calle, ni respetaban prestigios, ni tenían padrinos, ni estaban en camino de conseguir nada práctico en la vida. Eran una gente un poco agria y cruel, que todo lo encontraban despreciable. José Tomás y Ponce eran entonces las figuras máximas del toreo; para la pandilla de los blogs eran dos estafermos ridículos. No teníamos más que una superstición, un verdadero mito que amorosamente habíamos elaborado: el de Rafael Ortega. Lo único respetable para nosotros en la torería era aquella manera de torear que tenía Ortega, de la que nos creiamos depositarios a traves de unas vagas referencias. Todos nos haciamos la ilusión de que se toreaba como toreó Ortega, y con aquella convicción agredíamos implacablemente a los toreros que entonces estaban en auge.

No se crea que incorporarse a aquel grupo de anarquistas del toreo era cosa fácil. Tenía aquella gente un orgullo satánico. Más difícil era entrar en aquel círculo de resentidos que hacerse un puesto entre los taurinos diplomados. Pero yo me sentía atraído irresistiblemente por ellos y a ellos iba, a pesar de sus repulsas. ¿Qué me atraía? No sé. Acaso ese tirón hacia abajo que al comenzar la vida siente todo hombrecito orgulloso cuando quiere afirmar su personalidad y tropieza con el desdén o la hostilidad de los que son más fuertes que él y están mejor situados. Cuando la dignidad y la propia estimación le impiden a uno trepar, no queda más recurso que dejarse caer, tirarse al hondón de una actitud anarquizante. El aire altivo de aquella gente desesperada y su desdén por los valores consagrados, le vengaban a uno de las humillaciones. En definitiva, aquella actitud anarquizante tenía, por lo menos, dignidad y honradez. No conducía a nada; probablemente nos moriríamos todos de asco en nuestros blogs, al que no iban a ir los ganaderos ni los empresarios a buscarnos, pero ¡era tan halagador aquello de despreciar los valores aceptados, desdeñar las categorias establecidas y romper altivamente con el complicado artificio tauromáquico! ¡Nos divertía tanto abuchear y correr a los taurinillos presumidos que se atrevían a entrar dentro de nuestros blogs!

(Siempre que leía este capítulo del libro "Juan Belmonte, matador de toros" escrito por Chaves Nogales me venía a la cabeza cuánto han cambiado las tornas. Ese pequeño grupo despreciado del que habla el trianero pienso que sería hoy en día esa parte de la afición denominada: integrista, purista, rancia... Les deseo lo mejor para su encuentro en Zaragoza, yo no podré disfrutarlo porque estaré disfrutando de otras cosas en Roma. ¡Qué Dios reparta suerte!)

24 de abril de 2008

EL PRIVILEGIO


Estos días estuve ausente porque vino la Virgen a verme y he pasado una temporada en éxtasis. Ella se fue y salí a dar una vuelta por la noche. Esta se alargó. Cuando volvía a mi cueva andando por la desierta carretera estaba amaneciendo y hacía fresco. Los primeros rayos de sol iluminaban la llanura, el secarral, y yo echaba vaho por la boca. La lengua de asfalto se prolongaba en el horizonte, desapareciendo por una ondulación para volverse a aparecer a la vista en la lejanía. Un coche venía de frente. Muy rápido. Venía devorando kilómetros y gasolina. El estruendo se iba haciendo mayor a cada segundo. Me sonaba. Me situé en medio de la carretera con la sonrisa en los labios. Esperando. El coche apareció encima de la loma más cercana y empezó a descender sin disminuir la velocidad a pesar de verme. Cada vez estaba más cerca. Era una bestia. Juré no moverme. Tenía que ser él. Se iba acercando. Parecía que me iba a llevar por delante. Los focos encendidos, ya casi encima mío, me cegaban. Apreté los dientes y los puños. El grito histérico de los frenos. Olor a quemado. El Dodge Challenger R/T blanco perla del 70 estaba inmóvil a medio metro escaso de mí. Su motor Magnum V-8 de 440 caballos bramaba, rugía bravío como salido del infierno. La ventanilla fue bajando y una melodía se escapó por encima del fragor del Muscle car; la emisora KOW de dj Super Soul, la mejor música funk de las ondas. No había dudas. La puerta se abrió y bajo él. Kowalski.


-"Anda, sube".


Entre carcajadas me monté de copiloto. Se puso detrás del volante, me echó una mirada y aceleró. El interior era espacioso, con sillones de cuero, cómodo. Ya no se hacen coches así. Se sacó del bolsillo de la camisa una bolsa llena de benzedrinas y me la ofreció, pero la rechacé, siempre me ha gustado dormir y aguanto bastante despierto sin ayudas. El se tragó unas cuantas. Luego se las guardó, subió la música, puso sus ojos en la carretera completamente feliz y pisó a fondo.


Creo que debo explicar quién es Kowalski. Kowalski es un amigo de los viejos tiempos. Se dedica a conducir coches para una empresa de un lado a otro de Europa. Le encanta conducir. Sólo hacer eso. Ir de un lado a otro sin parar, sin dormir, sin comer, puesto hasta las patas de anfeta y escuchando a Super Soul. Unos dicen que es un existencialista que conduce por el placer de conducir sin otra meta que hacer lo que está haciendo, otros dicen que es el último héroe, el último alma libre, y que la cuestión no es cuándo parará sino quien va a pararlo, otros dicen que es un yonky de la adrenalina y las drogas que va conduciendo a ninguna parte para acabar reventándose contra un muro. Para mí, aunque el tío sea de los 70, siempre ha representado la modernidad, y aunque a veces le admiro, creo que terminará en medio de una bola de fuego.


Adelantó un helicóptero en medio de la meseta por una carretera secundaria y yo pensaba en Pepín Liria en Sevilla, ustedes dirán, "¿pero que coño...?", pero sí, ahí dentro, en el asiento delantero derecho iba yo pensando en su tarde con los Victorinos. La aparición del Dodge enfrente mío, embistiendo, me había traído a la mente la porta gayola frente al negro chiquero de la Maestranza, cuando Galletero casi se lo lleva por delante. Me acordaba de su mirada antes y después. Esa mirada. Con la luna en lo alto cambié de dial harto de Super Soul, tras unos segundos de ruido estático empezó a sonar una versión en clave electrónica de una canción de los Smiths, "There's a light that never goes out"; la letra habla sobre alguien que pide a otra persona que la saque a dar vueltas en un coche, que la lleve fuera donde hay luces y vida y no la devuelva nunca más a casa. La versión de la radio, de unos tales Schneider Tm, sonaba en medio de la oscuridad todavía más intimista, con esos ruiditos y chisporroteos de fondo y el grave retumbando, la voz tratada... Viajaba a 200 por hora sobre el asfalto y por mis intestinos, a lo más profundo. Los focos iluminaban la oscuridad cambiando constantemente la carretera que se ofrecía ante mis ojos, como un Victorino saliendo de chiqueros, quedándose cegado por la luz de Sevilla, para encontrarse a un hombre de rodillas esperándolo, con esa mirada... Y entonces el estribillo empezó a sonar:





And if a double-decker bus


Crashes into us


To die by your side


Is such a heavenly way to die


And if a ten-ton truck


Kills the both of us


To die by your side


Well, the pleasure - the privilege is mine





Y si un bus de dos pisos


Se estrella contra nosotros


Morir a tu lado


Es una manera celestial de morir


Y si un camión de diez toneladas


Nos mata a nosotros dos


Morir a tu lado


Bueno, el placer, el privilegio es mío





Unos días más tarde Kowalski me dejó donde me había encontrado, en el punto limite cero, y desapareció. Volví andando a mi cueva con el estribillo dando vueltas en mi cabeza. En el rostro magullado de Pepín, en esa sonrisa, resonaba la canción...

22 de abril de 2008

INTENSIDAD


Chaim Soutine y su obra se caracterizan por mostrar figuras en posiciones forzadas. Sacrificó una cuidada composición y un dibujo perfecto en favor de una intensidad febril, empleando pigmentos densos, con colores vivos y a menudo deliberadamente desagradables; paisajes atormentados con ráfagas de viento y árboles tumbados. Pintaba de un modo frenético, como poseído por un ataque de fiebre, precipitando los colores sobre la tela. La pincelada de Soutine no suele ser con una línea sino un brochazo ancho puesto de una forma muy sentida, con colores tumultuosos, gestuales. Es el “estilo de Céret”.

Por otro lado, Soutine recorría las carnicerías de París en busca de la gallina que tuviera la tonalidad y el aspecto adecuados a lo que él quería representar. En una ocasión adquirió y trasladó a su estudio un buey entero, muerto, dedicándose a pintarlo hasta que el hedor de la carne putrefacta alertó a los vecinos primero, y a las autoridades después.

La fiesta que defiendo es así, como la pintura de Soutine: intensa hasta lo violento, de pigmentos vivos, a veces desagradable... Puro arte. Esta fiesta es cada vez más difícil de encontrar, pero hay un sitio en las montañas donde todavía es posible contemplarla. Ese sitio se llama Céret.

Allí Soutine fue capaz de captar las energías telúricas de la zona en sus cuadros de paisajes, al igual que percibía toda la belleza y verdad escondidas en un desolladero. Años más tarde se manifestarían todas estas fuerzas, bellezas y verdades en las corridas de toros que se celebran cada verano.


15 de abril de 2008

CONSULTA



Tras casi una semana sin pasar por aquí, y como esto está previsto que duré un par de días más, he decidido plantear una consulta en un post rápido con el fin de, mientras, airear un poco la estancia. Esta es una consulta para ver como anda el estado del patio, de este patio, en cuanto a gustos artísticos. A los usuarios de él, bastante escasos creo, les pido que se pronuncien sin reparos sobre cuál prefieren de los dos pinturas arriba mostradas que ilustran a ese "toro de Sevilla desollao" que nos ha ofrecido tantas tardes de gloria durante esta feria.
Yo propuse "Domecq sur Duralex" de Antonio López (abajo) y Su Santidad se inclinó por "Le lapin de Parladé" de Chaim Soutine (arriba). Espero su colaboración y sus comentarios. Gracias y perdonen las prisas.

9 de abril de 2008

EL CARTEL, EL SEMOVIENTE Y LA MUJER

Ayer, sin ir mas lejos, salió "una cosa" que era "el semoviente Barceló" tan pimpante.
"!Oh, cielos, es él, exclamó una señora sevillana!.
¿ Es qué ?, bramó el del habano.
!!! El cartel !!!."

Hay gente que puede creer que esto es una invención de Su Santidad, pero Antonio López, que estaba allí debajo de la lluvia esperando para hacer en el desolladero un cuadro del susodicho animal, me ha confirmado la noticia. Él vio a la mujer en cuestión en los tendidos y oyó el grito, aunque no sabía a santo de que coño venía. Más tarde, cuando salía de la plaza, se la cruzó. Ella tenía un aspecto peculiar, él le preguntó que qué le pasaba, ella dijo que era abonada a La Maestranza, él pidió permiso para poder hacerla un retrato, ella lo invitó a su casa... Hoy me ha llegado la obra, se llama "Aficionada sevillana"... Menos mal que diluviaba...




8 de abril de 2008

EN EL DESOLLADERO




Señores y señoras, como ya habrán podido comprobar si siguen esta página habitualmente, a mí me interesa lo que pasa en el desolladero. La visión de lo que ocurre en esta parte de la plaza por pintores y fotógrafos ha llamado poderosamente mi atención desde siempre. ¿Será por la belleza interior que muestran? ¿Fascinación por las ruinas? ¿herencia por hijo de cirujano?
Bueno, dejemos las conjeturas y vayamos al grano. Este interés mío se vio sobrexcitado por el rumor que un amigo me hizo llegar. Antonio López, uno de los grandes pintores españoles, uno de mis favorítos, se iba a pasar por el desolladero de La Maestranza a realizar un dibujo y un lienzo. Estaba impaciente por ver el resultado, y la verdad es que, cuando lo he visto al llegarme hoy, me ha dejado sorprendido, y todavía más sabiendo que el pintor, difícil de clasificar, está enmarcado por algunos en la corriente hiperrealista. Pero bueno, parece ser que esto es lo que hay en Sevilla y punto...


7 de abril de 2008

REGALO


Tras la corrida de hoy (Finito, Parladé) he decido releer, mientras dure la Feria, "Lo cómico y la caricatura" de Baudelaire. Tenía el runrun desde hace unos días y he tardado en decidirme porque no ví a Javier Conde o al Capea, pero después de lo de esta tarde lo he tenido claro. Creo que a partir de ahora no puedo esperar sólo algo cómico, sino también grotesco, donde la risa que se me pueda escapar no sea exclusivamente la expresión de la idea de superioridad del hombre sobre el hombre, sino también la del hombre sobre la naturaleza. Toros grotescos acuchillados hasta desangrarse por toreros cómicos.
Luego más tarde, después del muermo, al ojear el libro tras sacarlo de su estantería, me he acordado de algunos de los artistas mencionados por Baudelaire: Daumier, Hogarth, Goya... Todos estos nombres de grandes maestros me han llevado a preguntarme quién en estos días podría describir lo cómico y grotesco de la ferias. El único que podría estar a la altura sería el señor Andrés Rábago, alias OPS, El Roto, Jonás, Ubú... pero no es válido porque está completamente en contra de los toros (colaborador de Manuel Vicent en su "Antitauromaquia"). Sin embargo, como excepción porque sabe que soy muy seguidor suyo y porque justo hoy cumplo años, me ha regalado esta viñeta Sol y Moscas. Un lujo. (Esto es la pura mentira aunque parezca verdad).

2 de abril de 2008

LALIBELA





Hay mucho ruido. Ruido que lo acapara todo. Ruido desde Sevilla y ruido desde Madrid. Ruido en la calle. ¿Ruido virtual desde la red? Eso ya pasó, de virtual nada, ruido real que hace rechinar los dientes.

Después de la Resurrección me encierro en casa, apago el ordenador y la tele, descuelgo el teléfono, bajo las persianas y subo la música, mi oído y mi vista off. Me tumbo en la cama, subo la calefacción y empiezo a sudar, mi tacto off. Enciendo incienso pakistaní de talego gramo, mi gusto y mi olfato off. Dios, qué paz. Me siento como Johnny en "Johnny cogió su fusil" pero porque me da la gana estar así, todo el tiempo y paz que yo quiera para intentar pensar...

Con lo de la semana santa decido abandonarme a la música sacra de John Coltrane. Pasan los días uno tras otro. De vez en cuando no aguanto el mono y enciendo alguna pantalla, algún chute, dosis mínimas, de alguna mierda previamente seleccionada. Siempre sin volumen. Así veo al Fundi. "Straight, no chaser", el disco de Thelonious Monk, suena tras la faena y no parará de hacerlo durante días. “Straight, no chaser” es una frase hecha que se usa para describir ese trago de una bebida potente que no se suaviza con otro posterior (chaser) de menor graduación. Eso me gustaría gritar en la plaza: "Nada de "chasers" después de esto". Gritos de beodo, pensarían. Casi salgo a la ventana pero me paro, demasiado pronto, el ruido sigue ahí fuera. El día siguiente me lo confirma con los caballitos. De "Locomotive" con Fundi paso con estos a "I didn't know about you (take 4)". Tras apagar el televisor mi estado de ánimo vuelve a decaer. No quiero salir de mi enclaustramiento. Que asco de espectáculo, en él veo todas las cosas nefastas en las que podría acabar el arte del toreo a pie. Duermo.

Los días siguientes los espero inquieto como el piano del tema que comparte título con el disco. Cuadris y Cebadas. Acabo con migrañas. Echo un ojo a la red. Peor que un concierto de Merzbow. Los dos días tomo drogas de farmacia hasta perder el conocimiento.

Hoy me levanto y el ruido ya sale hasta del ordenador apagado. Pongo a todo volumen "A love supreme" para luchar contra ello. Ya no sé sí lo estoy imaginando yo, sí lo provoco yo. ¿De dónde viene? Mucho de Madrid y Sevilla, esos dos templos son ahora fuentes de ruido constante. Son como el Vaticano, de lugar de oración han pasado a ser lugar de intrigas, cuchicheos en corro, puñalas traperas y olor a alcantarilla. Con sus élites, sus mercaderes, sus fanáticos, sus borregos, perdón, quería decir corderos, y sus asalariados. Y es que si las observas detenidamente son eso, dos grandes catedrales de esta religión, como Roma y Bizancio, separadas esta vez por Despeñaperros, y por consiguiente, dos centros de poder. No iré más allá y no intentaré profundizar en esta comparación, sobre todo cuando Las Ventas, con ese estilo neomudejar, a veces me recuerda más a La Meca, y ahora, con la vuelta del Mesías tras la hégira, más todavía.

Enciendo otra piedra de incienso, apago todo, vuelvo a la paz, la música de Coltrane es capaz de curar heridas. Cierro los ojos y me lleva a África. Lejos de todo esto. Un amor supremo fue concebido por Coltrane como un disco espiritual, representativo de una búsqueda personal de pureza. Es una suite y está dividida en cuatro partes: Acknowledgement (confesión), Resolution (resolución), Pursuance (búsqueda) y Psalm (salmo). Todo muy religioso. A lo mejor por eso, cuando empezó a sonar Steve Reid y su Lions of Juda, no pude dejar de pensar en Etiopía, en Lalibela. Y la paz que me invadió borró todos los ruidos y me hizo ver las cosas un poco más claras.

Lalibela es una ciudad monástica del norte de Etiopía, la segunda ciudad santa del país, después de Aksum; es un importante centro de peregrinación. Lalibela significa "las abejas reconocen su soberanía", y es que al nacer el rey que le dio nombre, su madre creyó ver una muestra de sumisión en la nube de abejas que lo rodearon. Hoy, el lugar es destino santo de peregrinaje para casi la mitad de los etíopes, practicantes del cristianismo copto. Lalibela, antiguamente llamada Roha, fue la capital de la dinastía Zagüe. Recibió su nombre actual del rey Gebra Maskal Lalibela (1172-1212), canonizado por la Iglesia etíope, que quiso construir en la ciudad una nueva Jerusalén en respuesta a la conquista de Tierra Santa por los musulmanes; muchos de sus edificios históricos tomaron su nombre de edificios en aquella ciudad. Las iglesias talladas en la roca son un conjunto de iglesias rupestres excavadas en la roca basáltica rojiza de las colinas de la ciudad. Cuatro de las iglesias son exentas; las demás están unidas a la roca madre.

Las iglesias de Lalibela se distribuyen en dos grupos principales, separados por el canal de Yordanos, que representa el río Jordán, pero comunicadas entre sí por túneles, pasadizos y trincheras. El lugar fue concebido para que su topografía correspondiera a una representación simbólica de Tierra Santa. Una cruz monolítica marca el punto de partida del recorrido efectuado por los peregrinos.

Al norte se encuentran las iglesias de Biet Medhani Alem (Casa del Salvador del Mundo), Biet Mariam (Casa de María), Biet Mascal (Casa de la Cruz), Biet Denagel (Casa de las Vírgenes Mártires) y Biet Golgotha Mikael; al sudeste, Biet Amanuel (Casa de Emmanuel), Biet Mercoreos, Biet Abba Libanos, Biet Gabriel Rafael (Casa de Gabriel y Rafael) y Biet Lehem. Separada de las demás, al oeste, se encuentra Biet Ghiorgis (Casa de San Jorge), la mejor conservada.













No digo que todo sea perfecto en Lalibela, pero allí se siente uno como en un viaje al pasado, con muchas de las ventajas que esto conlleva para la supervivencia de ciertos ritos (creo que empiezan a ver por donde van los tiros). Caminando por esos túneles, angostos, duros, sin pulir, bastos... Nada que ver con San Pedro y su culturismo de mármol... Entrando en sus humildes interiores, escuchando sus cánticos sinceros, su estrecha conexión con su creencia... Sinceramente, en una pequeña iglesia de Etiopia, al entrar la luz por una de sus escuetas ventanas en forma de cruz, me pareció en ese momento que ninguna vidriera gótica podría alcanzar esa belleza. Esas paredes talladas a la roca me parecieron más admirables que esas inmensas columnatas romanas. Me parecieron más sólidas. Hechas para durar para siempre.

Así veo yo algunas ferias de toros, como estas iglesias cavadas en piedra, unidas a la roca madre. Pequeñas, humildes, sinceras, integras, ortodoxas. Ya me pueden hablar a mí de José Tomás en Las Ventas y todos los mangoneos, trapicheos y politiqueos que hacen que el clima de paranoia que cunde en el mundo del toro llegue a extremos insospechados, ya me pueden hablar a mi los de la tele, la prensa y los blogs... Yo me quedo con el mano a mano en Ceret de Esplá y el Fundi con toros de Escolar Gil, me quedo con la feria de Vic Fezensac, con el intento de llevar los Fernando Pereira Palha a Cenicientos el próximo año, con pueblos como Alés y Beaucaire que apuestan por el toro, con las novilladas santacolomeñas de Parentis, con la vuelta al toro de Mont de Marsan, el intento de Azpeitia... Hablo de esas pequeñas plazas donde al final se intenta cumplir el significado del nombre de Lalibela; "las abejas reconocen su soberanía", es decir, la propia, la de las abejas (el aficionado), por lo tanto son soberanas (ejercen o poseen la autoridad suprema e independiente), o como mucho reconocen "su soberanía"... La del toro.





(Aviso para peregrinos: Con estas ferias no hay tv que valga, hay que coger la mochila y echarse al monte en la burra, como un Jünger taurino)