LA MONEDA

Después de leer el horrible artículo de El País "El arte y el morbo" escrito por Antonio Lorca me he sentido como Chaves Nogales en la Guerra Civil. Atrapado entre dos bandos. Parece ser que hay dos maneras de torear, y que los máximos representantes de esas maneras son: Enrique Ponce y José Tomás. Para mí, dos caras de la misma moneda. Dos toreros que son muy diferentes, con grandísimas condiciones cada uno (si los juntáramos creo que saldría algo parecido a Antonio Ordoñez o Joselito o Belmonte), pero están unidos por lo esencial: le quitan importancia al toro.

Dentro del artículo hay una frase que me parece la más acertada de todas: "Se dice, y es verdad, que hoy se torea mejor que nunca, pero al toro más bobo de la historia". Desde esta afirmación partiré para analizar la situación actual.

Entonces tenemos los dos bandos: el que ¿mejor torea? toros bobos (LA TÉCNICA), Enrique Ponce, el "Schindler de los toros" por su capacidad para indultarlos, el que no se lleva ni una corná en años, el que sale con el terno limpio y a hombros de las más importantes plazas de pueblo envuelto en la rojigualda. Por el otro lado tenemos a José Tomás, el que más emoción produce con los toros bobos (EL VALOR), el "Místico" por su capacidad para parecer de otro mundo, el que se lleva más cornás en una tarde que Finito en toda su vida, el que no brinda al rey y muchas veces acaba convertido en una "croqueta rebozada en sangre y arena" que sale de las plazas de todo tipo por la puerta de la enfermería.

Y yo en medio, emparedado, grito y digo: NOOOOOOOOOOOOOOOOO. Ni uno es un artista ni el otro un gladiador. No insultemos estos dos conceptos. Ni uno es moderno ni el otro antiguo. Los dos son posmodernos. Toreros ante toros bobos y público masa con medios de desinformación alrededor.

Por eso, porque creo que el torero se juzga por el toro que tiene delante, no los considero figuras ni ejemplo a seguir (inciso esclarecedor: en un resumen de la feria de Iscar entrevistaban a Manolo Sánchez, que esa tarde toreaba con Ponce y Cayetano, y declaraba éste que era un honor compartir cartel con dos figuras del toreo. A mi no me gusta Ponce, pero bueno, acepto que tiene un nombre tras una larga carrera, ¿pero Cayetano qué coño ha hecho para ser figura del toreo? ¿por qué destaca en esta actividad? Creo que el sentido original de esta palabra ha mutado en otra cosa bien distinta: ser famoso).

Entonces, ¿qué me queda? Creo que me queda poca cosa que hacer. Defender al toro, olvidado en esta guerra entre el arte y el morbo, y a los que se ponen delante. Y para esto, lo mejor, irme al extranjero como Chaves Nogales y tantos otros ahogados por la estupidez nacional, el maniqueísmo...

Me viene a la cabeza una anécdota que me contó mi apoderado sobre Don Agustín Mendoza, ganadero de los toros del Conde de la Corte, y Marcial Lalanda en los años de nuestra desdichada contienda y que parece predestinar lo que acabaré haciendo, escampar de aquí con los TOROS ante tanto desmán:

"Al parecer ante la grave situación política por la que estaba pasando España en esa década funesta de los años treinta, ya en plena Guerra Civil, Don Agustín Mendoza se siente seriamente amenazado y decide exiliarse a Portugal pues en su finca se estaban cometiendo importantes desmanes con sus reses (...) Siendo ganadero de bravo, decide una solución imaginativa para salir de España. Lo hace en un cajón de toros en compañia de su inefable y también amenazado amigo, Marcial Lalanda. Pero necesitan un paso seguro de la frontera y asi recurre a su amigo Atanasio Fernández que tiene una finca justo en la Raya hispano-lusa. Así pues, un gran ganadero y un gran torero se unen para escapar de la locura que por aquellos días se había convertido España gracias a la ayuda de otro ganadero. No son faciles los días en Portugal, pues huyen apenas sin dinero y lo único que consigue llevarse Don Agustín es un brillante cosodo al forro de su chaqueta. Esta joya es la que les permitirá mantenerse hasta que más adelante le pagan una corrida que se había lidiado en Mont de Marsan".