29 de agosto de 2008

MICROORGANISMOS

Algo olía a podrido allí. Empecé a buscar el muerto. Resultó ser un reloj de arena. Estaba estancado y emanaba de él una fragancia enfermiza. Salí de la cueva con el hatillo. Dirección sur. Lo necesitaba... Pedí al Warrior que se encargara de cuidar el Puma y me subí a una camioneta. La camioneta estaba repleta de rumanos. Ellas con faldas y largo pelo negro. Ellos con cara de asesino hasta que sonreían con la inocencia de un niño. También había mucho sevillano de zapato negro, calcetín blanco y camiseta de tirantes metida por dentro. Dando el cante sin cantar, como los pies rumanos en los que tenía que apoyar mi codo durante el trayecto. Llegué a Mérida de noche. Quedé con el Legionario. Al día siguiente íbamos a ver los Prieto de la Cal en Valverde del Camino.


O eso parecía. Cogimos un atajo campo a través. El coche se jodió en medio de un secarral extremeño en mitad de ninguna parte. Echaba humo. Debían ser las cuatro de la tarde. Caía el sol a plomo. Las moscas nos devoraban. Él se puso manos a la obra para arreglarlo mientras la radio vociferaba diferentes resultados de las Olimpiadas. Yo me zambullí en las frías páginas de "Vida y destino" (Vasili Grossman). Uno de los mejores libros que he leído en mucho tiempo. [Si me permiten el inciso. FERVOROSAMENTE RECOMENDADO por mi parte. Palabras mayores, como diría Muñoz Molina acertadamente para referirse a esta peazo novela ("monumento de ficción"), que me hace recordar las tonterías que escribió hace poco sobre el género, con un empacho de nocilla monumental, Vicente Verdú].




Cuando el Legionario dijo -"vamos"- subí al coche. No me di cuenta de que nos perdíamos la novillada hasta que ví la entrada de Mérida. Él se fue a robar un coche decente para mañana. No era fijo que pudiéramos ir. Había que rezar a la Martir. Me dejó con el Mulo. Cruzamos andando el puente romano entre grupos de gente con sus móviles a todo volumen. Fuimos hasta el Museo de Moneo. ¡Olé por Moneo!. Esto si es un edificio. Era de noche. Caminé por su nave central. Entre los arcos de medio punto flotando en un mar de ladrillos. Piscinas de mosaico colgando de las paredes. Estatuas de mármol y columnas de granito. Una extraña y antigua serenidad se había apoderado de mí a pesar del resquemor por no llegar a lo de Valverde. Éste se presentó de repente ante el clípeo de la Medusa, tan desesperada y triste la ví al lado del Jupiter Ammón. Casi quedo paralizado observándola, tal era mi empatía con ella. El Mulo gritó algo despertándome. Le seguí hasta una enorme ménsula blanca de una cabeza de toro. "Ahí tienes tu Prieto de la Cal". Situé mi frente en los rizos de la suya. La piedra estaba fría pero daba la impresión de que podía surgir una respiración caliente de sus adentros e invadirme los pulmones. Cerré los ojos. Tomé fuerzas... Más fuerzas tomé luego en el Castuo. Raciones de jamón, morcilla de Guadalupe y prueba de cerdo. Al levantarme de la mesa llegó la confirmación. Mañana íbamos a ver los Adolfos.




El Legionario apareció con un coche de padre de familia. Perfecto. Él iba conduciendo, y en la parte de atrás venía su hermano. Cano es como John Daly en extremeño, misma figura, mismo swing. Viéndolo fumarse un puro parece el presidente de algo importante. Me hizo ilusión que viniese para ver que opinaba tras el festejo, porque Cano es de esos aficionados prácticos que pasa de ir a corridas o verlas por la tele, él prefiere torear de salón o enfrentarse con alguna becerra cara a cara.

Otra vez en camino. Paisaje de dehesa, del Far West ibérico. Iba yo pensando en las corridas de toros y sonaba la voz grave de Johnny Cash. Una versión de los Beatles. Todo me parecía unido.

"In my life"

There are places I'll remember
All my life
Though some have changed
Some forever
Not for better
Some have gone and some remain
All these places have
their moments
With lovers and friends
I still can recall
Some are dead and some are living
In my life
I've loved them all

Hay lugares que recordaré toda mi vida,
aunque algunos han cambiado.
Algunos para siempre, no para mejor,
algunos se han ido y otros aun existen.
Todos esos lugares tienen sus momentos
con amantes y amigos que aun puedo recordar.
Algunos han muerto y otros viven,
en mi vida los he amado a todos.

Poco a poco toda la tierra se fue haciendo más abrupta. El verde fue tornándose rojizo. Entrabamos en Río Tinto. Ya estábamos cerca. Un cartel donde ponía escrito "Necrópolis" definió perfectamente lo que se nos iba a presentar ante los ojos. Las minas se mostraban en todo su declive pareciendo inmensos esqueletos de acero en un cementerio de dinosaurios mecánicos cubiertos por capas y capas de polvo rojo marciano. ¿Era bello? Me daba cuenta que observaba con más detenimiento este paisaje que el de los campos que habíamos cruzado previamente. ¿Por qué? ¿Era sublime? ¿Terrorífico? ¿O grotesco a lo Baudelaire? ("lo grotesco produce vértigo y atrae sin que podamos resistirnos, desnuda nuestra naturaleza en cuanto tal (...) En lo grotesco se descoyunta la razonable normalidad de la apariencia, y en tal descoyuntarse asoma la naturaleza, nuestra naturaleza, pero ahora no con la grandeza que había sido propia de lo sublime: lo grotesco corroe la sublimidad. Es lo insoportable de la naturaleza que somos, que nos puede, la causa -y, a la vez, la expresión- del exceso propio de lo grotesco" Valeriano Bozal) Esos brazos metálicos corroídos descoyuntando el paisaje normal, razonable, hacían asomar nuestra grotesca e insoportable naturaleza humana... En esto me devanaba los sesos al llegar para ver los "grises".


En Valverde llovía fuego. Nos refugiamos para hacer tiempo bajo una carpa climatizada donde se había reunido el pueblo para disfrutar de las delicias de la tierra y el cante de fandangos y sevillanas. A la hora señalada caminamos hasta la plaza y compramos las entradas: SOL. También compramos agua para no morir allí. Nos sentamos. Culo a la plancha. El blanco encalado de los tendidos estallaba contra mi retina. No soplaba todavía esa minúscula brisilla procedente de la sierra que luego nos aliviaría y haría decir a los de sombra que "había hecho una tarde agradable". Menos mal que habíamos ido a ver TOROS, sin ninguna expectativa de ver toreros, porque eso fue exactamente lo que ocurrió. Ni un pase rematado abajo ni nada. Sólo alguna buena estocada. Hasta un picador quiso practicar la suerte de matar y se sacó al pobre toro hasta los medios de la plaza para asesinarlo... Pero todo mereció la pena por ver tan cerca a los Adolfos con sus capas cárdenas. Me parecieron muy bien presentados para una plaza de tercera (¿dignos de Málaga? me hubiera gustado preguntarle a los Malaka). Cuando el sexto murió a un par de metros de mi, quedó allí tirado sobre la arena esperando a las mulillas. Ese cuerpo vivo que había ido dos veces al caballo, que no había parado de embestir con nobleza, que se había tragado la muerte con la boca cerrada, yacía con las patas rígidas y un ojo en blanco. Parecía un animal de épocas prehistóricas. ¿Cómo sigues sobre esta tierra? le pregunté. Me contestó el público dedicándole una ovación puesto en pie...




Me echaron la bronca por no quedarme a ver como sacaban a dos de los toreros a hombros. No lo merecían, además, con la insolación y el humo de los puros del Legionario y el Cano, se había empezado a manifestar encima de mi ojo izquierdo una migraña bastante curiosa. El Legionario robó unos Nolotiles en la farmacia del pueblo (da gusto ir con gente tan apañada) y nos marchamos de allí. Yo completamente KO y la pastilla causándome nauseas. Sí abría los ojos y nos cruzábamos con algún coche de frente con las luces puestas... yo veía las luces.
El Legionario paró en alguna parte. El sol se estaba escondiendo, gracias a Dios. Al salir del coche casi me caigo. Apoyándome por las piedras iba. Escuché el ruido de un pequeño reguero de agua. Fui dando tumbos. Era un riachuelo rojo y amarillo. Rojo hierro y amarillo azufre. Avancé por la orilla un rato hacía arriba, y allí en la parte más roja, hinqué mis rodillas y vomité. El agua se lo llevó todo. Yo me quedé. Dando arcadas, con un hilo de baba que colgaba de mis labios y los ojos a punto de salírseme. Entonces es cuando pude perderme en el lecho encarnado.


Tenía el agua tan cerca que me acordé de la NASA y sus investigaciones en río Tinto. Según me parecía recordar, desde un punto de vista astrobiológico, acercarse al río Tinto es hacer un viaje hacia atrás en el tiempo sobre la superficie de Marte. Los modelos biológicos del río Tinto nos muestran una serie de comunidades de microorganismos habitando un entorno caracterizado por varias condiciones extremas para la vida como la conocemos, y que podrían haber sido comunes sobre la superficie de Marte hace miles de millones de años. Aquí se encuentran las explotaciones a cielo abierto más grandes del mundo, como Corta Atalaya, que llega a una profundidad de 350 metros. A pesar de que la explotación se remonta a más de 5000 años, sólo se ha extraído un 15% de sus recursos. Precisamente los subproductos de la actividad minera parecían ser los responsables de la extrema acidez (pH entre 0.9 y 3) y del color rojizo del río, e incluso se llegaron a elaborar programas de limpieza y recuperación de sus aguas, que durante mucho tiempo se creyeron carentes de vida. Pero nada más lejos de la realidad: se han descrito más de 1.100 especies distintas de hongos y un centenar de algas, además de protistas y bacterias. La actividad bacteriana se remonta a 350.000 años como mínimo.
Algo dentro de mi cabeza unió, mediante un fino hilo, a esa afición que busca ferias toristas por pueblos de la península ibérica con esos microorganismos que se buscan la vida en un medio tan agresivo. Esa afición es un milagro.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

para que no vuelva in consuelo señor solymoscas dos letrillas por fandango de valverde, como no :

Valverde de mi Valverde,
Valverde de mi consuelo,
quién estuviera en Valverde,
aunque durmiera en el suelo
debajo de un pino verde.

Que se mea en el perejil,
tengo yo un gato en mi casa
que se mea en el perejil,
y cuando vengo borracho,
me echan las culpas a mí,
como lo coja lo mato.

verdad que no tiene callejon la plaza de toros ?
vaya lidia con los toros que salen por ahi, no ?

cordialmente

ludo

el papa negro dijo...

Bajar desde la dehesa (el paisaje mas cultivado del hombre ganadero) hasta Corta Atalaya (sangre desde Tartesos corriendo´por el lento ribazo del Tinto. El anarquista Maximiliano contra el humo asfixiante de las teleras: La Compañia celebrando el cumpleaños de la reina Victoria y los muertos a las escombreras).
Corta Atalaya es el primer Teatro Anatómico... tan anterior al ilustrado de Pádua.
El alma depredadora del hombre minero está ahí disecada.
Los versos de Jose Maria Morón tan olvidados como cualquier sentimiento, secos de sangre seca. Minero de estrellas, ya se sabe :"vague stelle" donde solo hay tierra horadada por los siglos y la codicia.
Y al final, toros en Valverde. Volver al mito primigenio: Los toros de Gerión codiciados por Hercules antes de que sangrara la tierra.
Esa "tourné" no la cura el nolotil.
No hay meninges que resistan tal trancazo.

Anónimo dijo...

Señor Ludo... gracias por los fandangos. Allí, los jóvenes que cantaban en la carpa tiraban más por las sevillanas, más fáciles de realizar, que por los fandangos, dónde se les veía el plumero (las carencias) en cuanto atacaban uno... Vamos, parecían novilleros de hoy en día.

En corto, lo de no tener callejón les hace pasar un quinario señor Ludo.


Su Santidad, es un verdadero placer volver a recibir su lluvia de referencias tras el árido verano... Gracias por presentarme a Jose Maria Morón, pero me quedo con la máxima del ideario de Maximiliano Torner: "recuperar la dignidad perdida"... con intentos como los de Valverde ahora o Río Tinto en 1888 todavía no es "tiempo para llorar"...

A propósito, el nolotil algo hizo..

Un saludo

Sol y Moscas

Anónimo dijo...

Se me olvidaba su Santidad. Como es usted una persona tan leida, le pido a ver si puede "cliquear" encima del nombre Vicente Verdú y decirme que opinión le merece lo que dice el "afamado" sociólogo en ese artículo...

Un saludo

Sol y Moscas

Anónimo dijo...

En corto y por derecho:
UNA CHORRADA MONUMENTAL DIGNA DE LA SOCIOLOGIA "MODERNA".
Un capítulo de "La educacion sentimental" enseña mas que toda "la produccion pseudocientífica de todos estos modernos pollos pera".

Anónimo dijo...

!Ah, tambien olvidaba que recuperar el ideario de Torner está jodido... pero habrá que hacer lo que se pueda !...

Fascinante su post : "El Tinto es un territorio límite. Dificil rebasar o agotar esa ácida frontera"