«Queridos y sufridos compañeros de suplicio. Escuchadme atentamente, una recomendación que os quiero hacer. Esta tarde, a partir de las cinco, nosotros seis debemos dar un vuelco a la Historia de la Tauromaquia. El primero de vosotros que salga a la arena para empezar la corrida de hoy, debe salir con una idea fija en el pensamiento; sólo debe pensar en cargarse al torero que le haya tocado en suerte. Y el resto de compañeros, deberá hacer lo mismo con los dos toreros restantes. Toque a quien le toque.
Para todos nosotros ha de ser un honor llevar a término esta tarea que comenzaremos hoy, y que esperamos y deseamos que otros compañeros nuestros continúen en todas las plazas de toros de toda España. Pero procurad que la muerte del torero no sea instantánea. Debéis hacerlo de manera que se vaya muriendo despacio. Primero le claváis un cuerno en una pierna; después lo empitonáis por el culo y lo arrastráis un buen rato por la arena de la plaza; seguidamente, le incais otro cuerno en la otra pierna y que le salga y pierda bastante sangre. Cuando lo tengáis bien mareado y sangrando abundantemente por todas partes, lo horquilláis con los dos cuernos por el pecho, lo volteáis un buen rato, y cuando caiga al suelo lo acabáis de rematar con los cuernos y las patas pisándolo hasta que saque el hígado por la boca y se muera. Hacedlo durar cuanto más mejor. Así nosotros nos lo pasaremos muy bien disfrutando de su agonía y muerte. Cualquiera de nosotros que consiga cargarse un torero, será obsequiado con su verga y sus testículos, así como las dos orejas, nariz, pies, manos y brazos, que colgaremos en nuestro corral como un gran trofeo, cuando volvamos a nuestras dehesas de Extremadura o Salamanca, orgullosos de haber cumplido con una gran tarea.
Y pensad que nosotros somos seis, y ellos sólo tres, y no pueden salir vivos de la plaza que desde hoy cambiará el nombre, y en vez de llevar el ominoso nombre de «plaza de toros», se dirá pomposamente «plaza de toreros», porque a partir de ahora han de ser los toreros quienes mueran en los ruedos; no nosotros. Este ensañamiento con unas bestias tan nobles y estilizadas y de buena casta como nosotros, se ha de acabar a partir de hoy. Preparaos por salir con mucha dignidad al ruedo, la cabeza bien alta, y con muchas ganas de cumplir la misión que todos tenemos en un día tan señalado para la Historia.
Muchas gracias por escucharme compañeros, y que la tarde nos sea a los seis provechosa. Del que quede de los toreros, que hagan lo que quieran. No creo que los cuelguen de un gancho en una tienda carnicería para venderlos al público a tanto el kilo, tal y como hacen siempre con nosotros, pero quedarían bien allá colgados unos cuántos días expuestos, para que la gente tomara conciencia de que las corridas de toros se han de acabar para siempre». Vicente Marqués Sanmiquel.
Perdonen el bochornoso texto que, sí han aguantado hasta el final, les he castigado a leer. Esta públicado en elplural.com, periódico digital progresista (sic), y es un ejemplo perfecto del antihumanismo que nos rodea como una plaga. Permitanme que señale algún punto que me ha llamado la atención en relación a lo anteriormente mencionado, otros se me escaparan, confio en ustedes para sacarlo a la luz.
Para todos nosotros ha de ser un honor llevar a término esta tarea que comenzaremos hoy, y que esperamos y deseamos que otros compañeros nuestros continúen en todas las plazas de toros de toda España. Pero procurad que la muerte del torero no sea instantánea. Debéis hacerlo de manera que se vaya muriendo despacio. Primero le claváis un cuerno en una pierna; después lo empitonáis por el culo y lo arrastráis un buen rato por la arena de la plaza; seguidamente, le incais otro cuerno en la otra pierna y que le salga y pierda bastante sangre. Cuando lo tengáis bien mareado y sangrando abundantemente por todas partes, lo horquilláis con los dos cuernos por el pecho, lo volteáis un buen rato, y cuando caiga al suelo lo acabáis de rematar con los cuernos y las patas pisándolo hasta que saque el hígado por la boca y se muera. Hacedlo durar cuanto más mejor. Así nosotros nos lo pasaremos muy bien disfrutando de su agonía y muerte. Cualquiera de nosotros que consiga cargarse un torero, será obsequiado con su verga y sus testículos, así como las dos orejas, nariz, pies, manos y brazos, que colgaremos en nuestro corral como un gran trofeo, cuando volvamos a nuestras dehesas de Extremadura o Salamanca, orgullosos de haber cumplido con una gran tarea.
Y pensad que nosotros somos seis, y ellos sólo tres, y no pueden salir vivos de la plaza que desde hoy cambiará el nombre, y en vez de llevar el ominoso nombre de «plaza de toros», se dirá pomposamente «plaza de toreros», porque a partir de ahora han de ser los toreros quienes mueran en los ruedos; no nosotros. Este ensañamiento con unas bestias tan nobles y estilizadas y de buena casta como nosotros, se ha de acabar a partir de hoy. Preparaos por salir con mucha dignidad al ruedo, la cabeza bien alta, y con muchas ganas de cumplir la misión que todos tenemos en un día tan señalado para la Historia.
Muchas gracias por escucharme compañeros, y que la tarde nos sea a los seis provechosa. Del que quede de los toreros, que hagan lo que quieran. No creo que los cuelguen de un gancho en una tienda carnicería para venderlos al público a tanto el kilo, tal y como hacen siempre con nosotros, pero quedarían bien allá colgados unos cuántos días expuestos, para que la gente tomara conciencia de que las corridas de toros se han de acabar para siempre». Vicente Marqués Sanmiquel.
Perdonen el bochornoso texto que, sí han aguantado hasta el final, les he castigado a leer. Esta públicado en elplural.com, periódico digital progresista (sic), y es un ejemplo perfecto del antihumanismo que nos rodea como una plaga. Permitanme que señale algún punto que me ha llamado la atención en relación a lo anteriormente mencionado, otros se me escaparan, confio en ustedes para sacarlo a la luz.
Ya el título muestra claros indicios de antihumanismo, dejando de lado al hombre para interesarse por la vivencia del animal en la plaza; materia que por otro lado nos sería de sumo interés desde un punto de vista científico, porque nos aportaría más conocimientos sobre nuestro amado animal, o desde un punto de vista artístico, espacio donde la supuesta libertad del autor es total, pero no para un articulo de opinión donde deben primar los argumentos.
A continuación, nuestro querido progresista, le concede el don de hablar a los toros, como a un personaje de cualquier película de Disney. No hace falta recordar que la capacidad del habla ha sido lo que nos ha separado del resto de animales, y ya desde Descartes se ha relacionado a esta con la facultad del ser humano de expresar sus pensamientos. Hoy en día "la evidencia científica apoya el punto de vista de que solo los humanos adultos son plenamente conscientes: solo nosotros somos capaces de representarnos a nosotros mismos y representar nuestros procesos mentales por mediación de las abstracciones del lenguaje y del pensamiento; solo nosotros poseemos niveles primario y secundario de conciencia" J. Allan Hobson. Vayamos al grano, no podemos pensar "que las bestias hablan, y que simplemente nosotros no entendemos su lenguaje" Descartes.
Me calmo y llego a la conclusión de que seguramente soy un malpensado, seguramente tras el recurso de otorgar a los animales la capacidad discursiva -porque un discurso, o mejor dicho, un mitin, es en lo que consiste la arenga del toro revolucionario a sus sufridos compañeros de suplicio- reside una intención fabuladora... Entonces vayamos a ver la moraleja que hay detras de la sangrienta historia de nuestro nuevo Samaniego...
La moraleja huele a rancio marxismo (tanta Historia con mayusculas), todo ello putrida herencia hegeliana que cargamos como un Sísifo bañado en sangre. No me fio de moralejas que no hablen al individuo, y menos de las que apelan al castigo como metodo de inculcar valores o al sacrificio violento como forma de resolución de conflictos (puro antihumanismo)... Esto es lo que hay, este es el progresismo de nuestros días: hablar sin pensar (desear tanto dolor y muerte), hablar sin saber (los toros siempre salen a coger)... Pero con las ideas claras y fijas...
7 comentarios:
Al fin y al cabo el texto es una síntésis perfecta de la cerda, capitalista y beata sociedad moderna. J.P.Morgan (banquero último modelo): "el éxito consiste en ponerse uno en lugar del otro". Ahora bien, el otro, ¿quién es el otro?, ¿es el toro?
La condesa de Estraza
Puro retrato de la España progre. Dios mío que nivel, el aporte intelectual de esos tipos plurales van hacer pequeño a Aristoteles.
El claro ejemplo de poner por delante del hombre, los animales.
No sé, algo que me recuerda a un señor con bigote muy simpatico y aleman.
Viva el Hombre y la Libertad.
Uno de www.cursopunk.blogspot.com
La estupidez es demasiado larga. Cansa. Si pudiera contestaría con las imágenes de Antoñete y Romerito. Es fácil encontrarlas, yo las tengo y si tiene interes se las envío. Puede componer con ellas una historia de amor que se escapa excepcionalmente a la calificacion "estado de imbecilidad transitoria".
el papa negro
Muchisima estupidez es la que nos rodea (larga, corta o exitosa)... Lo malo es que con las nuevas tecnologías esta se difunde mejor... y nos agota...
Gracias por sus comentarios Señora Condesa y Señor Papa Negro...
Siempre un placer tenerles por aquí...
El texto es flojo. Un torpe ataque a la tauromaquia. Si tal cosa como un ataque contra el espectáculo de las corridas puede venir por algún lado, que yo lo desconozco -pues yo me limito a un gran no (no a entenderlo, no a disfrutarlo, no a discutirlo -a éste tal vez, aunque sólo tal vez, este faltando ahora, ¡pido perdón!)-, creo que sólo puede venir del lado de la crítica de lo que produce en sus espectadores. Quiero decir: si lo que santifica el sangriento espectáculo, lo que justifica toda esa prosa épica que todo amante de las corridas no tardará en alabar -"¡qué prosa! ¡los restos que quedan de auténtica crónica! ¡periodismo de verdad!" (nótense las admiraciones)-, es el efecto que el buen combate hombre contra bestia causa en el alma del espectador(permitanme sucumbir, a mí también, a la épica), la crítica posible del cruento ritual no puede venir del lado de la empatía con el animal (el argumento disney), sino de la observación de las gradas de las plazas: romas, embrutecidas, ultradignas, tronantes, satisfechas... cómo en el mismito corte inglés.
Un saludo respetuoso a la casa y perdón por la intromisión.
Yo pienso todo lo contrario, una de las cosas que siempre más me han atraido del mundo de los toros es ese grupo de personas cabales y de radical independencia llamados aficionados...
El río de mierda (masa corte ingles) anega todos los campos, incluidas las plazas de toros, pero le aseguro que en ellas encontrará bastantes rocas para agarrarse ante el aluvión...
Un saludo.
Sol y Moscas
Para ti el arte conlleva a la muerte.
Para mi el arte conlleva a la vida.
Nunca entenderé tus concepciones, ni nunca entenderé el porqué de tu existencia.
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