La plaza de toros, a modo de frenopático público, se convertía en una especia de nave espacial a la cual se entraba por medio de unos vomitorios. Una vez allí sentado, despegar hacia galaxias muy lejanas era cuestión de cada uno y una pizca de suerte. Hoy ha realizado su último viaje. Ahora es una especie de OVNI varado en territorio catalán.
26 de septiembre de 2011
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3 comentarios:
Muy Chestertoniano, Rafa; me ha recordado a The Flying Inn.
Un abrazo.
José Luis
Me sonrojo Jose Luis, cuando leo a Chesterton me quedo perpejo por su habilidad para la paradoja. Yo me veo limitado en su uso por una especie de neblina ibérica combustionada por la mala leche nacional ¿Dónde lo ves? A mi me recordó más a Burke y su consabida ballena barada en Europa.
A ver si continuamos nuestra literatura epístolar.
Un abrazo.
En Chesterton, cuando las leyes prohiben la taberna, echa a volar y se convierte en una taberna errante.
Un abrazo!
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