24 de abril de 2008

EL PRIVILEGIO


Estos días estuve ausente porque vino la Virgen a verme y he pasado una temporada en éxtasis. Ella se fue y salí a dar una vuelta por la noche. Esta se alargó. Cuando volvía a mi cueva andando por la desierta carretera estaba amaneciendo y hacía fresco. Los primeros rayos de sol iluminaban la llanura, el secarral, y yo echaba vaho por la boca. La lengua de asfalto se prolongaba en el horizonte, desapareciendo por una ondulación para volverse a aparecer a la vista en la lejanía. Un coche venía de frente. Muy rápido. Venía devorando kilómetros y gasolina. El estruendo se iba haciendo mayor a cada segundo. Me sonaba. Me situé en medio de la carretera con la sonrisa en los labios. Esperando. El coche apareció encima de la loma más cercana y empezó a descender sin disminuir la velocidad a pesar de verme. Cada vez estaba más cerca. Era una bestia. Juré no moverme. Tenía que ser él. Se iba acercando. Parecía que me iba a llevar por delante. Los focos encendidos, ya casi encima mío, me cegaban. Apreté los dientes y los puños. El grito histérico de los frenos. Olor a quemado. El Dodge Challenger R/T blanco perla del 70 estaba inmóvil a medio metro escaso de mí. Su motor Magnum V-8 de 440 caballos bramaba, rugía bravío como salido del infierno. La ventanilla fue bajando y una melodía se escapó por encima del fragor del Muscle car; la emisora KOW de dj Super Soul, la mejor música funk de las ondas. No había dudas. La puerta se abrió y bajo él. Kowalski.


-"Anda, sube".


Entre carcajadas me monté de copiloto. Se puso detrás del volante, me echó una mirada y aceleró. El interior era espacioso, con sillones de cuero, cómodo. Ya no se hacen coches así. Se sacó del bolsillo de la camisa una bolsa llena de benzedrinas y me la ofreció, pero la rechacé, siempre me ha gustado dormir y aguanto bastante despierto sin ayudas. El se tragó unas cuantas. Luego se las guardó, subió la música, puso sus ojos en la carretera completamente feliz y pisó a fondo.


Creo que debo explicar quién es Kowalski. Kowalski es un amigo de los viejos tiempos. Se dedica a conducir coches para una empresa de un lado a otro de Europa. Le encanta conducir. Sólo hacer eso. Ir de un lado a otro sin parar, sin dormir, sin comer, puesto hasta las patas de anfeta y escuchando a Super Soul. Unos dicen que es un existencialista que conduce por el placer de conducir sin otra meta que hacer lo que está haciendo, otros dicen que es el último héroe, el último alma libre, y que la cuestión no es cuándo parará sino quien va a pararlo, otros dicen que es un yonky de la adrenalina y las drogas que va conduciendo a ninguna parte para acabar reventándose contra un muro. Para mí, aunque el tío sea de los 70, siempre ha representado la modernidad, y aunque a veces le admiro, creo que terminará en medio de una bola de fuego.


Adelantó un helicóptero en medio de la meseta por una carretera secundaria y yo pensaba en Pepín Liria en Sevilla, ustedes dirán, "¿pero que coño...?", pero sí, ahí dentro, en el asiento delantero derecho iba yo pensando en su tarde con los Victorinos. La aparición del Dodge enfrente mío, embistiendo, me había traído a la mente la porta gayola frente al negro chiquero de la Maestranza, cuando Galletero casi se lo lleva por delante. Me acordaba de su mirada antes y después. Esa mirada. Con la luna en lo alto cambié de dial harto de Super Soul, tras unos segundos de ruido estático empezó a sonar una versión en clave electrónica de una canción de los Smiths, "There's a light that never goes out"; la letra habla sobre alguien que pide a otra persona que la saque a dar vueltas en un coche, que la lleve fuera donde hay luces y vida y no la devuelva nunca más a casa. La versión de la radio, de unos tales Schneider Tm, sonaba en medio de la oscuridad todavía más intimista, con esos ruiditos y chisporroteos de fondo y el grave retumbando, la voz tratada... Viajaba a 200 por hora sobre el asfalto y por mis intestinos, a lo más profundo. Los focos iluminaban la oscuridad cambiando constantemente la carretera que se ofrecía ante mis ojos, como un Victorino saliendo de chiqueros, quedándose cegado por la luz de Sevilla, para encontrarse a un hombre de rodillas esperándolo, con esa mirada... Y entonces el estribillo empezó a sonar:





And if a double-decker bus


Crashes into us


To die by your side


Is such a heavenly way to die


And if a ten-ton truck


Kills the both of us


To die by your side


Well, the pleasure - the privilege is mine





Y si un bus de dos pisos


Se estrella contra nosotros


Morir a tu lado


Es una manera celestial de morir


Y si un camión de diez toneladas


Nos mata a nosotros dos


Morir a tu lado


Bueno, el placer, el privilegio es mío





Unos días más tarde Kowalski me dejó donde me había encontrado, en el punto limite cero, y desapareció. Volví andando a mi cueva con el estribillo dando vueltas en mi cabeza. En el rostro magullado de Pepín, en esa sonrisa, resonaba la canción...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Con todo lo respecto, no cuesta nada señalar de quien son las fotos que vd utilice en su blog.
Un cordial saludo,
Y.

Anónimo dijo...

Señor Y, desde el primer día que abrí este blog decidí tener como política el no señalar los autores de las imagenes expuestas en sus correspondientes posts. Tomé esta decisión por diversos motivos, una de ellas es por la naturaleza misma de los blogs, si cualquiera se interesa por alguna foto en particular, puede preguntar en la sección de comentarios (o buscarlas en los links, de donde proceden su mayoría). Otro de los motivos es la cruda realidad de mis archivos, que son puro caos y por consiguiente muchas veces no se ni de quien son las fotos expuestas...
Suponiendo que es usted Yannick Olivier, quiero expresarle mi admiración por sus fotos y decirle que entiendo que mi postura merece un tirón de orejas por su parte, cuando Manon habla del tema me sonrojo frente a la pantalla, pero debo decirle que por mi salud mental seguiré como hasta ahora. De todos modos, si usted desea que ponga su nombre cuando cuelgue alguna de sus fotos sólo tiene que hacermelo saber.

Disculpe las molestias

atentamente

Sol y Moscas