23 de septiembre de 2011

LA CIABOGA





Me parece recordar, recuerdo, que no fui a la del Pilar por las traineras. ¿Orio? Creo que sí, que era Orio. El mar no estaba picado y fue una exhibición de remo. No de patrones, lidiadores de la mar. Una pena. Dicen que en Bilbao, además, me perdí un corridón, pero yo ya no me creo ná. Alcurrucén, Nuñez, Fuente Ymbro, el Pilar... La apoteosis del toro y yo sin enterarme. Debió ser la apoteosis de un toro que no es el que uno busca. Uno busca el mar picado y toros de lidia encastados. Y de eso sí que hubo crisis. A los Miura y los Victorinos les falto casta y poder aunque dentro de alguno de ellos tuvieran más que el resto de ganaderías juntas. ¡Esos tres puyazos al cuarto Victorino de la tarde! El animal más encastado que ha pisado la arena negra este serial. Hubiera matado a todos los toros del resto de ganaderías en un desenjaule. Pero se cruzó con Padilla y ese no es tonto, todo lo contrario, y murió en la ignominia. Urdiales en el quinto casi pareció Dámaso en Madrid con el Samuel en el noventaytantos. Nos hubiera gustado verlo al riojano con el cuarto o con más carácter y gusto en su alimaña... Lo de Miura fue un desastre donde salvamos, esta vez sí, la demostración de carácter de Rafaelillo ante un Miura de muerte, es decir, digno de la leyenda que cada vez se merecen menos. ¡Algún Cuvillo tuvo más poder, bravura y ¡peligro! (el sexto) que la mayoría de los Miuras o algún cárdeno de Albaserrada! Me salvan los detalles porque cada día esto está más difícil, se lo dice un exiliado de su propia feria (o por lo menos la que más cerca le cae).



Momento Miura y Bostecito (mejor toro de la feria)

Y todo esto ya lo andaba pensando, me parece recordar, viendo la mar como un plato y mi trainera de Pedreña (en esto hay que estar con alguien. Yo, con Pedreña, la clásica, la de color negro y camiseta blanca, la castellana... con la que te puedes jugar la salud, haciendo bromas al límite rodeado de bermeotarras (uno es así), mucho más que las figuras toreando por esos pueblos de Dios) prepararse para la ciaboga. La ciaboga es la maniobra más importante, puede arruinar una regata o marcar el inicio de una gran remontada. Es además uno de los momentos preferidos de los fotógrafos de prensa que intentan captar al proel insertando el estoque en el mar, en asombroso escorzo, el rostro a punto de explotar y los brazos tensos de quien se dispone a remover el océano como una taza de café.



Otros dicen que: "durante la ciaboga, las traineras no giran en el mar; es el mar entero el que gira en torno a las traineras". Cuando esto sucede con el mar bravo, es como ver un torero delante de un toro de esos que nos describe tan bien José Ramón Márquez:

"toros de lidia mansos, bravos, encastados, fieros; toros que dan miedo y que son la base del espectáculo llamado ‘los toros’, toros que no dejan estar desahogadamente a su matador, que hostigan a los peones, que cambian durante la lidia, que derriban a los caballos, que se crecen en la pelea o que huyen, ¡qué más da!, toros que no se entregan, que en sus cuernos llevan la promesa de la cogida, de la inseguridad, toros listos para toreros machos y no para pintamonas que hacen posturas para desmayo de las damas, toros con dignidad que reclaman frente a ellos en sus doce minutos de vida pública un tío que les plante cara. Toros que reivindican la decencia de sus ganaderos, cuyo fin es criar toros, y el que venga atrás que arree."

Toros de esos que eché a faltar en Bilbao.



Manos de bilbaíno al salir de la plaza, no ha parado de aplaudir. Yo al terminar la feria ¿Dónde están los toros?


2 comentarios:

pablo dijo...

Llevo bastante años leyendo el blog, y no conocía su afición por Pedreña (compartida).

sol y moscas dijo...

Ya ve usted, cosas que le pasan a un castellano cuando se pasa tanto tiempo entre euskaldunes.

Un saludo