21 de junio de 2007

DESPERTANDO EN UN MAL SUEÑO


Una mosca caminando por mi nariz causó mi despertar esta mañana. Me encontré en el jergón, vestido con mi camisa negra Benson and Clegg y los pantalones Wrangler del mismo color. En linea recta, levantando mi cabeza menos de 90º, podía ver mi pecho lleno de restos de tabaco, la bragueta casi bajada, y un pie donde se asomaba, por el roto de un calcetín, un dedo pulgar obsceno, blanco y gordo como una cantante de Ópera.
Al apartar las moscas que me devoraban, cai en la cuenta de que llevaba una de mis corbatas Marinella atada por encima del codo de mi brazo izquierdo. Me incorporé como pude, con cuidado de no pisar los cristales emboscados en la tierra del suelo. Intenté no pensar en el zumbido de mi cabeza mientras deshacía el nudo. Era como el aullido del metro que llega desde el negro tunel cuando se acerca a la estación.
Llené la palangana de agua, me lavé la cara y me quedé mirandola en el espejo. Típico momento autista, observando como las gotas, lentamente, descienden por mi tez cetrina.
Volví a darme agua y poco a poco fui recobrando el control de mis sentidos. La luz creció en intensidad, la toalla de algodón peinado se hizo más aspera, la boca cada vez más pastosa, el olor más intenso y una melodía del exterior empezó a llegar a mis oidos.
Me acerqué a la puerta de mi agujero. El cielo estaba encapotado pero con boquetes. Por éstos entraban rayos de sol como si fueran de helicopteros vigilantes. El viento era caliente y desapacible, levantando polvo unos metros más abajo, donde jugaban unos gitanillos entre la basura. Tenían una radio vieja en donde se intuía cantar flamenco. Las niñas bailaban con aire promiscuo y los niños parecían salvajes con sus melenas, gritos, palos y peleas. Una antigualla de caballo pastando, y unos perros anoréxicos olisqueando completaban la estampita.
Un niño más oscuro que los demás apareció encima de la montaña de ripios. Algo gritó que hizo que el resto salieran corriendo detras suyo. Al rato, la canción en el casete terminó y se hizo el silencio. Así el paisaje se quedo muerto.
Me senté en la butaca BMW que hace de sofá en el porche, disfrutando del humo que entraba por mi garganta reseca. Cerré los ojos, negro total, en el casete empezaba a sonar Camarón cantando por soleá, el negro se volvió rojo y la piel se me puso ligeramente de gallina, un rayo de sol me daba de lleno... Me recordó a "Johnny cojió su fusil".
La letra de la canción llego nitida esta vez:

"Fui piera y perdí mi centro
y me arrojaron al mar
y al cabo de mucho tiempo
mi centro vine a encontrar".

Un picotazo en la parte interior de mi codo izquierdo aullaba.
El picor del brazo cada vez se hacía mayor y empezé a rascarme.
Camarón lloraba.
RAS, RAS, RAS...
Y me iba diciendo a mi mismo como en una letanía:
MORANTE, MORANTE, MORANTE...
La piel se coloreaba y brotaba en cachos, yo frotaba cada vez más fuerte y rápido.
La voz de Camarón volvía al negro altavoz del que había surgido como si nunca hubiera existido.
MORANTE, MORANTE, MORANTE...
RAS, RAS, RAS...
Los niños volvían locos, corriendo entre los escombros, con la piel cambiada de una serpiente entre sus manos.
Una gota de sangre manó entre mis sucias uñas.
Viendo como bajaba la gota hasta la muñeca pensé en Morante, en esa piedra lanzada al Mar, en esa piedra sin centro, buscandose el sentío...
Cuando la gota llegó a la palma de mi mano yo ya estaba despierto. Despierto en un mal sueño...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Era Kevin Bacon.
ole!!! por tu blog y por tus post sobre Morante

Anónimo dijo...

El trompeta siempre tan agudo e incisivo. Grande¡