Después de desmenuzar el hipervacio, la hipermodernidad, el hiperpresente o el hiperconsumo, y tras conocer a Juan Pedro Domecq y leer su libro "Del toreo a la bravura", el sociólogo francés Gilles Lipovetsky se atreve con el hipertoreo, que representaría no el final del arte de Cuchares, sino el comienzo de una nueva era dorada. Lipovetsky defiende con entusiasmo la existencia del toreo actual y está contra quienes vaticinan su defunción. Descarga contra el toreo puro y los cánones, en defensa del toreo comercial y popular. ¿Vive el toreo una recuperación milagrosa o una estrepitosa etapa conclusiva? "Con la era de la bravura integral, lo que está en proceso es una tremenda mutación cultural que afecta a crecientes aspectos de la creación e incluso de la propia existencia", puntualiza.
Para él, el toreo como arte, como elevación espiritual, queda reducido a un espejismo de una pequeña élite pronta a desaparecer. La modernidad del toreo está en su irreductible capacidad de distraer a las mayorías. Todo el mundo quiere participar en la fiesta mediática, tanto da sí es como actores o espectadores. Nunca como hoy el toreo demuestra su condición de arte de masas, su naturaleza serial, así como su función de evasión y de distracción asequible, su magnitud para manipular sentimientos y emplazar ilusiones y creencias. Según su perspectiva, el toreo, en su huida hacia delante, ha dado paso a un toreo hipermoderno, cuyo denominador común es una orgía de efectos especiales (Ponce) y un espectáculo desmesurado (José Tomás) donde cualquiera puede escapar del vació de su vida.
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