27 de julio de 2008

TERROR Y PAVOR



LUCIANO COBALEDA: TERROR Y PAVOR


La ganadería de Luciano Cobaleda quedará en el recuerdo de los aficionados para siempre. Tan solo lidio siete corridas de toros, pero su excepcional presentación y su interesante juego serán difícil de olvidar.
Aquellas corridas de toros fueron la antítesis del toro de lidia actual. El toro de hoy es el producto de unos señoritos andaluces que lo han dulcificado hasta extremos insospechados, en el que el torero tiene que procurar "ayudar al toro" para que no se le caiga después del simulacro de la suerte de varas.
Sin embargo, los lucianos eran toros de magnifica presentación, la mayoría de ellos aplaudidos de salida, alegres en el caballo; unos bravos, otros saliéndose sueltos, pero todos ellos encastados, sin doblar las manos y sin que el torero debiera ayudarle nunca, sino todo lo contrario, toreándolos siempre por debajo de la pala del pitón, porque en el momento de que el toro no se sintiera dominado y le pudiera al torero, la cogida podría ocurrir en cualquier momento
Eso no quiere decir, que nadie quiera la cogida de ningún torero, todo lo contrario, pero el pilar fundamental de la fiesta de los toros es eso; Riesgo y Emoción. Y eso es precisamente lo que más falta le hace a la fiesta, que el aficionado que está en el tendido de importancia a todo lo que se haga en el ruedo y no piense :" eso soy capaz de hacerlo yo ...", aunque no lo sea...
La ganadería de Luciano Cobaleda es uno de los lotes de la que formase su padre D. Alicio Cobaleda Marcos a principios de los años 40 con reses procedentes de Coquilla, compradas a la Marquesa de Valenzuela. Tras el fallecimiento de D. Alicio en 1948 se divide la ganadería entre su viuda Dª María Gajate y sus siete hijos; Alicio, Ignacio, Habacuc, Luciano, Jesús Eusebia y Catalina Cobaleda Gajate, correspondiéndole el hierro a D. Alicio que anuncio sus reses a nombre de "Montealegre".
Lidió Luciano Cobaleda por primera vez a su nombre una novillada en Barcelona el 4 de Septiembre de 1949 y que fue toreada por Pimentel, Cabrerito y Curro Galisteo. No contento con los resultados de los distintos encierros lidiados decide en 1954 cruzar su vacada con reses de Eusebia Galache, procedentes de Urcola, que lleva hasta su finca llamada "La Parra" sita en el término municipal de Santibañez El Alto, muy cerca de Plasencia. Sin embargo, tampoco debe entusiasmarse D. Luciano, coronel del Ejercito, de los toros lidiados y tras varios años sin obtener los triunfos soñados decide eliminar todo lo anterior y decide la compra en 1968 de dos sementales, uno berrendo en colorao y otro berrendo lucero y calcetero, que fueron toreados por Tinin en la plaza de Peñaranda de Bracamonte como se puede ver en una de las fotos, y alrededor de 80 vacas de D. José Luis y D. Arturo Cobaleda González.
Poco tiempo tardo en lidiar en Madrid. Pues debuta con los patasblancas el 7 de Abril de 1974. Los toreros fueron Joaquín Bernadó, Raúl Sánchez y Antonio de Rojas, que confirmaba la alternativa, pero que no pudo hacerlo pues fue herido muy grave por su primer toro. A partir de esta corrida lidia todos los años en Madrid, ya que son corridas donde el interés y la emoción no faltan en ningún instante. En 1975 lidia una corrida el 20 de Abril que estoquean Joaquín Bernadó, vuelta en su primero, Fernando Tortosa, aviso en su segundo, y Ricardo Chibanga, vuelta en su primero. De aquella corrida quedó sin lidiar el sobrero que la empresa de Madrid decidió dejar en los corrales por si les hacia falta en la feria. Y llego el día. Fue un martes y 13 del 75. Estaba anunciada una corrida de toros de Amelia Pérez Tabernero que fue desechada por los veterinarios en el primer reconocimiento, por lo que la empresa presentó una corrida de Clemente Tassara junto al sobrero de Luciano Cobaleda. El primer toro de la corrida fue devuelto a los corrales, corriendo turno el diestro Miguel Marquez. Y en cuarto lugar se anunció la salida del sobrero de la ganadería de Luciano Cobaleda, marcado con el nº 15 de nombre "Batanito" que pesó 589 kilos. Esto fue lo que escribió Joaquín Vidal en su crónica de la corrida:


"En cuarto lugar se lidió el sobrero de Luciano Cobaleda, es peludo y rizoso por todo el cuerpo, impresionante de trapío, con una cabeza preciosa, desarrollada, vuelta y astifina; toro de mucho cuajo, hondo sin que quiera decir que su envergadura sea excesiva. Nada más aparecer por la puerta de chiqueros recibe una ovación cerrada, que se repetirá tres veces más. Echa las manos por delante en capotes y es huido. A petición del público, al que no cabe duda que le ha gustado el toro extraordinariamente, Miguel Márquez lo coloca de largo, casi en el centro del ruedo, mientras el picador espera en el tercio del 8. El toro se arranca pronto, con enorme alegría, pero al sentir el hierro sale suelto. Dos veces mas va de largo, alegre y feliz, entre ovaciones encendidas, y otras tantas se sale suelto nada más recibir el picotazo. Para el cuarto encuentro, terrenos del 9, también se le coloca a gran distancia, de largo, alegre y fijo, entre ovaciones e igualmente acude con prontitud y alegría, y esta vez admite el castigo, creciéndose (cabeceando también), y entonces precipitadamente la presidencia cambia el tercio, pues el toro aún está entero. En banderillas es igualmente pronto y alegre, pero en el último tercio va violento, desarrolla sentido, aprieta hacia los adentros. Prueba y busca, y el matador no puede con él. Herido se echa en tablas del 6, berreando. (Enorme ovación y petición de vuelta al ruedo)"


Tras el éxito del sobrero es incluido en la Feria de San Isidro del año siguiente junto a los toreros Damaso Gómez, El Puno, herido muy grave, y Antonio Rojas, oreja en el sexto. No pudo resultar mala pues repite al año siguiente en la feria el 29 de Mayo. Los toreros fueron José Luis Galloso, vuelta en el primero, Gabriel Puerta, que confirmaba la alternativa, y Maldonado Cortes. Al año siguiente lidia dos festejos en Madrid consecutivos. El 15 de Junio, la corrida de la Prensa, es lidiada por Gabriel de la Casa, herido muy grave, Manolo Cortes y Gabriel Puerta. Ese día también resulto herido grave Curro Puya. Y tres días más tarde Sánchez Bejarano, El Puno y El Regio.. Su último encierro en Madrid se celebró el 30 de Septiembre de 1979 que lidiaron Julián García, Raúl Sánchez Y Manuel Rodríguez, vuelta en el tercero.
Diferentes causas concurren en la desaparición de esta ganadería; económicas, que los toreros no quieren ni verlos (tres toreros sufrieron cornadas de pronostico muy grave) provocaron la venta de la vacada a principio de los años ochenta en diferentes lotes, alguno de los cuales acabo en el matadero. El hierro de Luciano fue adquirido por Vicente Charro, mientras que el lote más importante fue adquirido por D. Juan García Rivera que lo traslado a tierras Toledanas. Allí se trajo alrededor de 70 vacas y el semental "Clavijo". D. Juan lidia todas sus reses de añojos y erales, con un cuidado desmedido. El día que estuve allí durante este mes de agosto había añojos con 180 kilos y erales que no bajarían de los 280 Kg. ¡ de canal !. Las plazas más habituales son El Barco de Avila, Fuensalida, Esquivias y Canencia de la Sierra. Alli envío un eral a un festival, puro de Luciano. Durante su lidia envío a la enfermería a Juan José, a Joaquín Bernadó y a Emilio Oliva, que eran los tres toreros del cartel. Al devolverlo a los corrales al puntillero que trato de matarlo le partió un brazo.
Ahora le quedan 30 vacas puras de Luciano, sin embargo, y por consejos de sus amigos de que tenía que suavizar su ganadería. Este año ha lidiado el último macho puro que le quedaba en Esquivias y según el ganadero " tuvo al novillero corriendo toda la tarde ". El futuro de estas vacas se cruzará con un semental de Benito del Peral, origen Domecq.
Repito el inicio del reportaje. No conozco a ningún aficionado que quiera la cogida de ningún torero, pero algunas tardes mientras veo corridas de toros enfermas, invalidas para ser lidiadas en una corrida de toros, incapaces de nada, ante los que las figuritas de turno les hacen todo tipo de monerías, pienso en lo que cambiaría todo si el torilero, cuando abriera la puerta de chiqueros, también lo hiciera en la del tiempo y saliera por el portón aquellos lucianos de los años setenta, ¿ Se imaginan...?

Salva


Si el torero, militar y ganadero Luciano Cobaleda Gajate viviese cumpliría hoy 85 años, pues nació en Salamanca el 3 de diciembre de 1920. Es su faceta ganadera la que aquí nos interesa, pues como diestro no tuvo gran renombre pese a que llegó a tomar la alternativa el 1 de junio de 1947 en Barcelona, cuando Curro Caro, ejerciendo Cañitas como testigo, le cedió la muerte del toro Pajarito, de Muriel.

Luciano Cobaleda heredó en 1948 una de las ocho partes en que se dividió la ganadería de su padre, Alicio Cobaleda Marcos. Las reses eran de origen coquilla, y don Luciano decide cruzarlas en 1954 con urcolas de Eusebia Galache sin que los productos resultantes sean de su agrado. Procede, pues, a eliminarlo todo y a rehacer la ganadería en 1968 con dos sementales berrendos -uno en negro, el otro en colorado- y ochenta vacas de los hermanos Arturo y José Luis Cobaleda González, todo ello de pura procedencia Vega-Villar.

El debut madrileño de los patasblancas de Luciano Cobaleda se produce el 7 de abril de 1974. El primero de la tarde hiere de gravedad al manchego Antonio Rojas cuando lo lanceaba de capote, y le impide confirmar la alternativa, por lo que la corrida se queda en un mano a mano entre Joaquín Bernadó y Raúl Sánchez.

El 20 de abril del siguiente año vuelven a lidiarse los lucianos en Madrid por el catalán Joaquín Bernadó (vuelta en ambos), el cordobés Fernando Tortosa (aviso en su primero) y el mozambiqueño Ricardo Chibanga (vuelta en su primero). De esta corrida queda en los corrales venteños un sobrero (Batanito, nº 15, cárdeno, de 589 kilos) que sería lidiado como tal por Miguel Márquez el inmediato 13 de mayo, durante la Feria de San Isidro. El toro, pese a ser solamente bravucón, era de imponente trapío y dio un juego espectacular en el primer tercio, arrancándose de largo con mucha alegría en cuatro envites, aunque saliendo rebotado en tres de ellos. La gente, encantada con el toro, pidió que se le diese la vuelta al ruedo póstuma pero el presidente, con buen criterio, no la concedió.

El 27 de mayo de 1976 vuelven los lucianos a Madrid. La corrida fue tremebunda de juego y pavorosa de presentación; un corridón del que darían cuenta Dámaso Gómez, El Puno(que acabó en la enfermería) y Antonio Rojas. Ese día se presentó en Madrid y triunfó el rejoneador Joao Moura, aún un niño, llevando de telonero a José Joaquín Moreno Silva. El maestro Joaquín Vidal, que titulaba ¡Justicia para los modestos! su crónica de aquel histórico festejo, la comenzaba con un párrafo bellísimo que describía perfectamente lo que sentimos los aficionados que tuvimos la fortuna de estar ese día en Las Ventas:


"Al final de la corrida, una conmoción recorrió los tendidos. Pienso que todos teníamos un nudo en la garganta. El toro, que ya había sido aclamado por su trapío al saltar a la arena, se resistía a morir de la estocada, su casta le aferraba a la vida, pugnaba por embestir. Antonio Rojas, que ya tenía ganado el triunfo, permanecía arrogante, junto a aquella cabeza de exposición, dos guadañas aceradas, que había sabido salvar en 30 pases de escalofrío. Entre la ovación restallante, surgió entonces de los magníficos aficionados de la andanada del 8 el clamor que ponía en lo alto la bandera de la verdad de esta fiesta y magnificaba el triunfo del torero: «iEso es un toro, eso es un toro!». Al instante, toda la plaza, ¡toda!, repetía el grito: «¡Eso es un toro, eso es un toro!». Tres matadores modestos, tres matadores que no tienen ni oportunidad de vestirse de luces, le echaron ayer el valor de salir al ruedo de Las Ventas a ponerse delante de una corrida de toros muy seria, tanto como se ha venido pidiendo; una de esas corridas de toros que, según dicen los del «bunker», no existe; una corrida de toros que ni por casualidad remota ha pasado por los corrales de la plaza en esos desfiles de reses a docenas que intentan trampear las figuras para sorprender la buena fe de aficionados, veterinarios y autoridad".


Con gran expectación de los aficionados vuelven los toros de Luciano Cobaleda a la feria de San Isidro de 1977, el 29 de mayo, con ocho toros, dos para ser rejoneados por Manuel Vidrié (oreja) y el portugués José Maldonado, que sustituía a un lesionado Lupi, y los seis restantes para ser muertos a estoque por José Fuentes, José Luis Galloso (vuelta en su primero) y Gabriel Puerta (vuelta en su segundo), que confirmó la alternativa. Otra vez Joaquín Vidal:


"La del domingo pudo ser, y en muchas cosas fue, la corrida de la feria, en cuanto a la presentación y el comportamiento del ganado. Salieron los cobaledas como para dar un síncope al mismísimo Frascuelo. Toros con cuajo y hondura, pechos y culatas poderosos, y por delante, un armamento que hacía temblar el misterio. Toros de fachada antigua, escapados de las estampas de La Lidia (esa joya que nadie ha sabido igualar, aunque poder se puede, puesto que los canales de información y las artes gráficas se han perfeccionado tanto). Toros de una vez, y además, en conjunto, parejos. Seriedad en las caras, presencia pavorosa, agresividad. Y casta. Me río de tanto canto como se ha hecho a aquel hierro, y al otro, y al otro, porque tenían movilidad, aunque tres toros de aquél salían de los caballos pegando coces y los demás aceptaban las varas, los del otro se caían más o menos (más bien más), y los del otro tomaban las telas como borregos. Movilidad, casta, también genio, emoción y presencia por igual tremenda, poseyeron de sobra los correosos cobaledas de don Luciano, que además cumplían bien en varas, aunque ninguno pudo calificarse como bravo, pues cuál después de tomar un primer puyazo de largo y con entrega absoluta, en los siguientes acababa saliéndose de la suerte, cuál cabeceó el peto, cuál se quitó el palo".


Con sólo cuatro corridas y un sobrero lidiados en Madrid en cuatro años, los lucianos ya eran toros de leyenda. La afición los requiere y los profesionales no quieren verlos ni en pintura. En 1978 son anunciados para el 29 de mayo, pero la corrida es suspendida por la lluvia. El 15 de junio, en la tradicional Corrida de la Prensa, otra corrida de Luciano Cobaleda es lidiada por Gabriel de la Casa, Manolo Cortés y Gabriel Puerta. Álvaro Domecq rejonearía a uno de Torrestrella.

La corrida es terciada pero bien presentada y cornalona. Como siempre, derrocha casta a raudales. En este festejo cunde el pánico entre las cuadrillas, sobre todo tras la tremenda cogida que sufre Gabriel de la Casa al lancear de salida al cuarto. Es llevado inconsciente a la enfermería y los picadores despedazan a los tres últimos toros, que por ello se ponen a la defensiva y peligrosísimos. Joaquín Vidal acaba su crónica pidiendo tila:


"Terroríficos cobaledas, duros, aunque no tan malos como resultaron por la infame lidia que se les dio. Pero, ¡atención!, vuelven el domingo. No los de ayer, que muertos, arrastrados y a estas horas seguramente en el puchero están, sino otros. Más de la misma camada. ¿Hay suficiente tila en las boticas?".


En efecto, el domingo 18 de junio se lidiaron los toros de la corrida suspendida en la feria: Un toro de El Campillo para ser rejoneado por Luis Valdenebro y seis de Luciano Cobaleda para Sánchez Bejarano, El Puno y El Regio. La afición se hace cruces y no se explica todavía cómo los tres matadores lograron salir por su pie de la plaza, pues la corrida fue durísima, muy mansa, de mucho sentido e impecable presentación. El primero derribó en las dos primeras varas y desmontó al picador en la tercera; el segundo fue noble pero nada tonto; cuarto y quinto resultaron casi ilidiables y peligrosísimos, y a los dos toros de El Regio les pusieron banderillas negras... Hizo bien Vidal en solicitar tila tres días antes.

En 1979 los lucianos llegaban a Madrid el 30 de septiembre. Sería la última vez. Otra corrida de pavorosa presentación con un remiendo de García Romero (6º), también terrorífico, para Julián García, Raúl Sánchez y Manuel Rodríguez (vuelta en su primero y aviso en el sexto). El talaverano Raúl Sánchez estuvo hecho un tío, como siempre, aguantando tarascadas que quitaban el hipo a los aficionados, y haciendo fácil lo que para cualquier otro matador resultaría imposible.

A partir de 1980, por problemas que no vienen al caso, el ganadero vende sus toros de mala manera, básicamente para rejones, y salda las vacas en lotes varios, hasta que pone punto final a su ganadería vendiendo el hierro y sus derechos en 1984.


Bastonito


(Volví del chiquero con un runrun en la cabeza y justo me dieron unas voces desde el tendido 6. Era para recordarme, a través de las palabras de Salva y Bastonito, los Luciano Cobaleda. Terror y Pavor con forma de TORO salidos de las entrañas del Campo Charro. Por eso he decidido, yo también, hacerles un pequeño homenaje en este mi espacio. Ya que coincidiendo con lo que voy sacando en claro día a día, puedo afirmar que quiero más corridas como estas, más TOROS como estos. Espero que no me acusen de antitaurino por ello...)

25 de julio de 2008

LA VIRGEN Y EL CHIQUERO MÁS ANTIGUO DE ESPAÑA


Estaba zanganeando cuando La Virgen vino a verme y me dijo que me pusiera camino al norte y la esperase allí. Hatillo al hombro atravesé el campo castellano y las montañas de Cantabria. Llegué a Torrelavega donde paré. Sus catedrales son viejas factorías que apestan. Chimeneas por campanarios.

Vino volando. Como siempre menos la primera vez. Esa vez vino por tierra. Yo estaba ansioso. La besé nada más verla. Siempre creo que me quedo corto. ¿Sería intimidado por la enorme pamela blanca? El chofer esperaba fuera. Nos llevo al socaire...

Días pasaron dedicados a adorarla. Al principio hasta con demasiada devoción. Luego como Dios manda. Ella me llevó al mar abierto y me hizo lavarme de mis cargas. Después me beso y volvió por donde había venido volando. No me había dejado ningún mensaje.

Salí de la ermita que habíamos alquilado para nuestros ejercicios espirituales (y no tan espirituales), compré el periódico y me puse a leerlo al sol. Llegué a la información taurina y entonces lo ví delante mío. Estaba siendo la feria de Santiago en Santander... ¿y ella no me había dicho nada? Ahí estaba la señal. Ella no quería que yo tuviera nada que ver con lo sucedido allí a partir de su ida. Lo sucedido antes (La Quinta) no había podido ser. Lo siguiente (Fandi, Ponce, José Tomás, El Juli, Perera, El Pilar, El Puerto, Victoriano, Cuvillo...), al verlo, me hizo salir corriendo.

Fui campo a través instintivamente, sabía a donde me dirigía. Al "chiquero más antiguo de España" como lo llamo Alberti. A donde está lo que hizo que todo lo demás fuera decadencia según Picasso. ¿También los toros? Tenía que reflexionar. Un poco de soledad y oscuridad. Salté las vallas, atravesé enjambres de niños, engañé seguratas tirándoles unas salchichas, me arrastré por el suelo hasta introducirme allí. Los bufidos de las bestias eran ensordecedores. Avancé a oscuras hasta estar bajo ellos. Encendí el pequeño mechero y aparecieron ante mí. Altamira.

Serna y Mon, mi familia montañesa, que sabían donde me había refugiado a meditar, se encargaban de aprovisionarme de alimentos a partir de la primera noche. Bolsas llenas de mecheros, monguis y percebes. Con una mano mantenía encendido el mechero hasta que se acababa. Con la otra devoraba el marisco y los psilocibes como pipas. Las imágenes de los bisontes-toros se empezaron a mover y mezclar con mis recuerdos taurinos de esta temporada. Solo corridas duras (Palha, Dolores, Miura...). De esas con toros encastados. No de esas con toros con clase, como escucho que dicen por ahí. Mucho Fundi. Sevilla, Madrid, Pamplona. Poco de los demás...

Cuando salí estaba muy confuso, tal había sido el tropel de pensamientos que habían inundado mi cabeza como río que se desborda. High Water Everywhere. Intentaré ir recomponiendo lo pensado en sucesivos posts. Serna y Mon me esperaban fuera. Me arroparon con una manta y me llevaron hasta el autobús. Cuando llegué a mi tierra me dijo la mujer que había ido a mi lado que me había pasado todo el viaje durmiendo con los ojos abiertos.

14 de julio de 2008

CIELO E INFIERNO


Cielo e Infierno
Joselillo ante los toros de Dolores Aguirre en la Plaza Monumental de Pamplona, 12/07/2008

11 de julio de 2008

TOMASISTAS II


Continuando mis lecturas de "Tu primer libro sobre lo sublime" (por favor, no lo busquen en librerías) he llegado a Edmund Burke y sus indagaciones filosóficas. Edmund Burke fue un escritor y pensador político británico liberal-conservador que en 1756 escribió "Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello", donde el objeto sublime lo edifica en torno a la estética del terror. Asimismo plantea el ejercicio estético de lo sublime necesario para ejercitar las emociones de la ataraxia (imperturbabilidad) propia de la condición de vida de la burguesía.

Creo que Burke hubiera disfrutado el día 15 de Junio del 2008 en Las Ventas viendo torear a José Tomás. A la luz de sus siguientes palabras, tanto terror e imperturbabilidad a lo mejor le hubieran podido parecer sublimes...

"Habiendo considerado el terror como la causa de una tensión anormal y de ciertas emociones violentas de los nervios, facilmente se deduce (...) que cualquier cosa capaz de producir una tensión semejante ha de producir una pasión similar al terror, y, por consiguiente, tiene que ser una fuente de lo sublime, pese a que no haya de acaerrar consigo ninguna idea de peligro. (...) Tampoco cabe duda que el terror, cuando es suficientemente violento, provoca las emociones del cuerpo que se acaban de mencionar. Pero, si lo sublime se construye sobre el terror, o alguna pasión parecida, que siente dolor por su objeto, lo indicado es indagar previamente como se puede derivar ninguna especie de deleite de una causa aparentemente tan opuesta. Digo Deleite, porque (...) es evidentemente muy diferente en lo concerniente a la causa, y a su propia naturaleza, del placer verdadero y positivo"

"Si el dolor y el terror se modifican de tal modo que no son realmente nocivos; si el dolor no conduce a la violencia, y el terror no acarrea la destrucción de la persona... son capaces de producir deleite; no placer, sino una especie de horror delicioso, una especie de tranquilidad con un matiz de terror; que, por su pertenencia a la autoconservación, es una de las pasiones más fuertes de todas. Su objeto es lo sublime. Llamo asombro al grado más alto; los grados inferiores son pavor, reverencia y respeto, que, a través de la etimología de las palabras se ve de qué raíz derivan y como permanecen diferenciadas del placer positivo"

"Sublime es todo aquello que puede despertar en nosotros la idea de dolor y peligro...; es decir, todo lo que actue de un modo análogo al terror"

"Las ideas de dolor son mucho más fuertes que las que nos vienen del placer"

"Lo sublime es la más grande emoción que un espíritu es capaz de sentir"

"(El asombro es) aquel estado del alma en el que, suspendida toda actividad, reina un cierto grado de horror"

"(En las representaciones sublimes del espíritu humano) está como fuera de sí, a causa de la grandeza y confusión de las imágenes que nos turban al presentarse en tropel y confusamente, de modo que si probáis a separarlas, pierden grandeza; pero si las unís, perderéis infaliblemente su claridad"

"Todo lo que es terrible a la vista es también sublime, ya sea que la causa del terror se deba a la grandeza de las dimensiones como si no; de modo que es imposible considerar insignificante o despreciable algo que sea peligroso"

"El terror es en cualquier caso, de un modo más abierto o latente, el principio predominante de lo sublime"

"Cuando el peligro y el dolor se nos presentan demasiado próximos son incapaces de provocarnos ningún placer y son, simplemente, terribles; pero vistos a cierta distancia y con pequeñas modificaciones pueden ser, y son, agradables. (Tanto es así que) el deleite que experimentamos en semejantes cosas nos impide huir de las escenas miserables".

(No se si la proximidad del tendido le parecería suficiente distancia a sir Edmond Burke para no serle terrible lo que sucede en el ruedo. Si decimos que sí, a lo mejor se hubiera dado la circunstancia de que los toros del Puerto no le movían al terror, siendo él aficionado a las corridas más duras; o la otra posible circunstancia de que los recursos técnicos del lidiador se le presentaran como miserables... Dios sabrá si Edmund Burke hubiera considerado a José Tomás sublime, yo no (ni lo sé ni lo considero). Lo que sí pienso es que mucha gente abandonó la plaza habiendo sentido algo parecido a lo escrito)

10 de julio de 2008

REACCIONARIO




Salieron las fotos de Burgos y Ciudad Real y me fui a un rincón de la cueva. Con lo de Victorino me hundí en él. En ese rincón tengo un cojín en el suelo, un gramófono y gran cantidad de vinilos. Allí me siento, pongo música antigua y paso las horas alejado de todo esto... Al principio, las primeras horas, sólo escucho música abrazado a mis rodillas, en posición fetal, p'alante y p'atrás, como una vieja mecedora. Así, a través del puro sonido, se me empieza a limpiar el alma. ¿Qué música? Por lo general, cuando estoy así, me refugio en grabaciones de músicos nacidos hace dos siglos. Grabaciones donde el ruido de la aguja en el vinilo me abraza calurosamente. Como un latido... ¿Géneros? Música popular: Flamenco del triangulo Sevilla - Jerez - Cádiz y Blues del Delta del Mississippi. ¿Voces? Manuel Torre y sus sonidos negros, Juan Talega y su rugido, Charlie Patton y su tono cazallero, Son House y sus "chain songs" (canciones de los negros en la cuerda de presos de los campos de trabajo sureños)... Nada de Jazz ni de nada más moderno. Ni de nada más culto, refinado o elitista... Ruido venido de siglos, guitarras dolientes, voces sangrantes, palabras claras...


Me pase unos días con tembleque y todo. Luego, poco a poco y gracias a la música (también ayudaron unas fotos que me llegaron de los corrales de Pamplona) fui recobrando la calma. Empecé a leer mientras escuchaba. Cosas del "far west". Del de aquí con Ferlosio o Navalón, del de allí con Cormac McCarthy. Me sentía tan bien que subí el volumen al máximo. Manuel Torre cantaba una saeta y me acordaba de la anécdota con Eduardo Miura, al que hizo llorar una mañana de Viernes Santo: "Cuando cierra el pellizco del último ¡ay!, la gente que asiste, pasmada, al acontecimiento no aplaude ni vitorea. Todos sacan los pañuelos, en silencio, y la plaza de la Encarnación se convierte en un inmenso aletear de palomas blancas que piden una nueva saeta a aquel hombre fabuloso a quien un gitanillo, que le acompaña, dice, señalando a don Eduardo Miura: - Fíjate, primo, con la mala uva que se gasta criando toros y ahí lo tienes, que me lo has hecho llorar"... Y yo, pensando en los Miuras con Fundi y Rafaelillo, en los toros de la señora Dolores Aguirre, en los Cebada Gago, comencé a hincharme. Creo que hasta me elevé unos centímetros por encima del suelo cuando la voz de una vecina gritando ¡¡¡REACCIONARIO!!! atravesó el patio interior rebosante de tendales y quebró mi paz, recordándome la gravedad y otros determinismos. "¡¡¡Viejo!!!" me gritaba. "¡¡¡Pon algo nuevo!!!", "¡¡¡viva el monocromo!!!" (¿?), ¡¡¡viva Walt Disney!!!" (¿?)...


Yo a estas cosas no las hago mucho caso (a nivel personal), pero en ese mismo momento se me juntó con la notificación por acta notarial de mi ausencia en Ceret (mano a mano Esplá - Fundi con toros de Escolar, Rafaelillo y los Prieto de la Cal, novillada de Bucaré...) y con la primera corrida de San Fermines. Me vine abajo como los Conde de la Corte. ¿Reaccionario? La vecina me hizo pensar hasta que volví a mi autismo Crumbiano.


Al día siguiente con los Cebada volvió la pregunta. Me resultó interesante la corrida. Creo que faltaron toreros. El mundo exterior no parecía pensar lo mismo. Soy un antiguo, un anacrónico, un carca en toros, música, pintura, cine... Entonces he acudido a un hombre, un sabio, que responde al nombre de Jean Clair y con el que coincido en muchas de sus ideas y gustos. Jean Clair, una coincidencia más, también es tachado de reaccionario por afirmar cosas como esta sobre el mundo del arte, afirmaciones, para mi, extrapolables al arte de los toros:


«Quiero ajustar cuentas con la banalización del artista (torero) contemporáneo», «Estamos en un momento pésimo para la cultura. La mayoría de los artistas está al servicio de su propio hedonismo», «Hay una hipocresía egoísta en todo lo que rodea a la creación contemporánea, donde el artista sólo vela por sus propios intereses», «Hay una falta absoluta de compromiso entre los creadores actuales», «Los jóvenes están saliendo de la Universidad (a las plazas) masivamente y sin formación alguna. Eso sí que es nefasto», «Algunos están orgullosos de su ignorancia y creen más en el instinto que en la cultura. Un artista que no está preparado es incapaz de mover a la emoción».


En sus libros "encierra un hachazo de tensiones apocalípticas contra los defensores de la posmodernidad, los mismos que le han adjudicado el lema de neorreaccionario, que parece no incomodarle del todo".


«Eso no me molesta en absoluto. Mientras las revoluciones se dedican a dar vueltas sobre sí mismas, mi reacción es un impulso, una advertencia de la necesidad del cambio de rumbo, una energía de criticar. Se está haciendo un arte (toreo) amnésico y autista, en su mayor parte. Se han perdido las referencias esenciales del pasado».


Pues eso, tras esto me levanté del rincón, subí el volumen de la música y empecé a dar voces a mi vecina por la ventana...



6 de julio de 2008

TOMASISTAS I



"El arte no se puede comprender mediante el intelecto, sino que se siente a través de una emoción que presenta ciertas analogías con una fe religiosa o una atracción sexual". Marcel Duchamp.

(Con este post iniciamos una sección (no creo que muy larga) de artistas por cuyas frases e ideas pudierase pensar que hoy en día coincidirian en sus postulados estéticos con los de algunos seguidores del diestro en cuestión. Empezamos con uno de los artistas más importantes del siglo XX: Marcel Duchamp, una de las estrellas del movimiento Dadá, ese movimiento artístico que "no sólo represento la vindicación del concepto y la idea primigenios, sino que fue el primer síntoma de la agonía de la pintura y sus códigos, de la reivindicación de los objetos industriales, de la imprenta, del cine, el sexo y, SOBRE TODO, LA FIESTA, EL ESPECTÁCULO, la risa y la carcajada -algo dificil de captar y asumir desde la seriedad formal de un museo- (...)".)




4 de julio de 2008

A LA DEHESA


"Por grandeza no entiendo solamente el tamaño de un objeto peculiar, sino la anchura de una perspectiva entera considerada como una sola pieza. A esta clase pertenecen las vistas de un campo abierto, un gran desierto inculto, y las grandes masas de montañas, riscos, y precipicios elevados, y una vasta extensión de aguas, en que no nos hace tanta sensación la novedad o la belleza de estos objetos, como aquella especie de magnificencia que se descubre en estos portentos de la naturaleza. La imaginación apetece llenarse de un objeto, y apoderarse de alguna cosa que sea demasiado gruesa para su capacidad. Caemos en un asombro agradable al ver tales cosas sin término; y sentimos interiormente una deliciosa inquietud y espanto cuando las aprehendemos. El ánimo del hombre aborrece naturalmente el freno, y está dispuesto a imaginarse aprisionado, cuando la vista está contenida dentro de un corto recinto, y acortada por todas partes por la cercanía de las paredes o las montañas. Por el contrario un horizonte espacioso lleva consigo la imagen de la libertad: los ojos tienen campo para espaciarse en la inmensidad de las vistas, y para perderse en la variedad de objetos que se presentan por sí mismos a su observación. Tan extensas e ilimitadas vistas son tan agradables a la imaginación, como lo son al entendimiento las especulaciones de la eternidad y del infinito". Joseph Addison.

(A pesar de que el concepto de "sublime" no es muy de mi agrado, yo, encerrado entre paredes casi todo el año, tras leer estas palabras de Addison, me he acordado de ese inmenso tesoro lleno de toros llamado "La Dehesa" que me ha rodeado casi toda la vida)