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Colomo en el hospital)
Para que no digan que soy un completo reaccionario contrario a cualquier avance en las plazas de toros expongo aquí dos cornás, una "años 30" y otra "siglo XXI" (Graciliano Pérez Tabernero vs. Núñez del Cuvillo). Uno puede religar afinidades, al fin y al cabo son dos toreros postrados en una cama con el muslo perforado por una cornada de un toro (más o menos bravo), pero el zoom no engaña. Dios salve a la ciencia... Esa mirada vidriosa al fondo de Colomo, ¿mira al fotógrafo? ¿O a ninguna parte? ¿Esa gasa sobre la boca lleva anestésico? ¿Cloroformo? Las manos parecen palparse a uno mismo para sentirse vivo en esa sala fría, rezando a un dios interno sobre ese pijama blanco que junto a las sabanas blancas parecen formar una gran mortaja rota abruptamente por las dos piernas. La izquierda deformada, el muslo como un monte volado con dinamita, el desinfectante hace similar la piel a un campo quemado, tierra volcánica, boquetes se abren en la carne dejando salir negras tuberías negras y el algodón pegado sobrevuela como por encima de una cordillera como nubes de Godry. El pie, aquí cerca, podría perfectamente tener un hilo con una nota con datos atado alrededor de su dedo gordo.
Lo de Morante tras tropezarse delante del Cuvillo, gracias a Dios y sobre todo a los científicos, es otra cosa, aunque, repito, sea lo mismo. Look playero, habitación cálida, expresión amodorrada, muslo perfecto con costurón limpio, drenajes blancos por los que parece mentira que salga sangre... y en 12 días de vuelta a los ruedos, ¡viva la ciencia en los toros para esto!... a recuperarse pronto "Maestro" (el entrecomillado no es casual) y por favor no se ponga delante de uno de Doña Dolores, por lo que pueda pasar...