31 de marzo de 2009

FANDANGO ROCK





"... localizo una novela que transcurre en los años cincuenta y retrata el choque cultural entre españoles y los recién llegados militares estadounidenses. Fandango rock (Harper and Brothers, Nueva York, 1959) está firmada por John Masters, autor británico más conocido por la saga de los Savage, penetrantes narraciones sobre la presencia imperial en India.

A pesar del título, Fandango rock es esencialmente una love story con fondo político-taurino: el protagonista, el torero César Aguirre, es un intelectual de la derecha ultranacionalista, integrado en los Caballeros de Covadonga, una cábala que pretende provocar conflictos públicos, a fin de forzar la abrogación del tratado España-EE UU.

Todo transcurre en Medina Lejo, ficticia localidad aragonesa que acoge una incordiante base de la United States Air Force: los vuelos de los B-52 interrumpen una corrida de toros, sus soldados tienen alborotadas a las mozas locales. Las autoridades militares y las fuerzas vivas de la ciudad pretenden crear un artificioso clima de entendimiento, con una jornada de puertas abiertas y otros actos cívicos.

Simbólicamente, hay un enfrentamiento entre músicas. En la base funciona una orquesta de baile, los Medina Cowboys, cuyos atriles muestran -cuatro años antes de que Kubrick estrenara ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú!- a un vaquero cabalgando sobre una bomba atómica.

El autor prefiere la nobleza baturra de la jota: "En la plaza de San Marco, cantaban a la muerte y a la pobreza, a los milagros y a la fe, a la pasión. En contraste, las trompetas y la batería sonaban superficiales, sin sentimiento". Pero advierte que la contaminación del american way of life es imparable: en un bar de putas, una gitana berrea Hound dog, el éxito de Elvis, y otras canciones foráneas. Hasta uno de los conspiradores antiyanquis reconoce la inutilidad de sus afanes: tal vez consigan anular el tratado, pero "los jóvenes seguirán llevando blue jeans y bebiendo Coca-Cola"". Diego A. Manrique.


Me cruzo leyendo El País, esa manía, esta novela de nombre genial, "Fandango Rock", que me da la espina va a ser una bomba de mayor profundidad de pensamiento de la que puede aparentar su aspecto de caramelo alucinógeno. Este bodrio pulp pone el dedo en la llaga y lo voy a conseguir para hincarle el diente: "En la plaza de San Marco, cantaban a la muerte y a la pobreza, a los milagros y a la fe, a la pasión. En contraste, las trompetas y la batería sonaban superficiales, sin sentimiento". La tendencia asoma desde todas las esquinas. Se va la pasión, predomina lo superficial. Y todo ello con una corrida bajo bombarderos B-52. No hay imagen más visual para describir la que nos está cayendo: avión tecnológico cinético bélico pilotado por Mickey Mouse dejando caer la carga de sus barrigas repletas de barriles de Napalm, Coke, Macs, Dólars y Cowboy atómico sobre una pequeña plaza de tientas en fiesta popular... Eso sí, me hubiera encantado escuchar a esa gitana berrear el "Hound dog" en cualquier bar de putas (esa es mi modernidad).

30 de marzo de 2009

ENERGÍA VITAL


Leí alguna vez por ahí que para Goya el origen no es un principio ideal, sino una energía vital. Es lícito pensar que en sus Tauromaquias quería reflejar esto. Él veía en el toro bravo una representación de esa energía vital avalanzándose desde los orígenes, desde Lascaux. Pues bien señores, eso se acabo en este país; quien lo quiera sentir: a Francia. Vean las fotos de arriba en Illescas: lengua fuera y por los suelos. Eso es el toro hoy. Una victima patética del ser humano. ¿A que va a mover un espectáculo así? A la repulsión y a la conmiseración.

Comparen con el TERROR que desprende el toro que mato a Pepe Illo de Goya.
Pura energía vital embistiendo desde el pasado.

24 de marzo de 2009

FEALDAD

Comienza como cada año la temporada taurina y ya hemos recibido las primeras fotografías. Todo sigue igual. Muy feo. Les dejo un resumen en imágenes donde podrán contemplar la fealdad natural, la fealdad espiritual, la asimetría, la falta de armonía y la deformidad, en un sucederse de lo mezquino, débil, vil, banal, tosco, repugnante, desmañado, horrendo, insulso, vomitivo, criminal, hechizero, satánico, repelente, asqueroso, desagradable, grotesco, abominable, odioso, indecente, inmundo, sucio, obsceno, espantoso, abyecto, monstruoso, horripilante, vicioso, terrible, terrorífico, tremendo, repelente, repulsivo, desagradable, nauseabundo, fétido, innoble, desgraciado, lamentable e indecente.

(Fotos de toros y novillos (distingan usted cual de cual) de Borja Domecq, Fuente Ymbro, Juan Pérez Tabernero, Manolo González, ¿lidiados? en Castellón y en la primera plaza del mundo (eso dicen))

(Todo concuerda)

23 de marzo de 2009

ETERNO


El hombre de Lascaux y la muerte de Pepe Illo

"La modernidad tiene muchos comienzos y muchos futuros" dice Manuel Borja Villel para llevarse "Los desastres de la guerra" y "Los caprichos" de Goya al Reina Sofía y saltarse a la torera el acuerdo que había centrado el campo de acción del museo en la producción artística realizada a partir de la fecha del nacimiento de Picasso (1881). Por supuesto "La tauromaquia" o "Los toros de Burdeos" no se los lleva (tampoco "Los disparates", se sospecha que para no dejar en ridículo a vanguardistas varios). Pienso que no puedan exponerse en esas salas tan modernas. Y mira que, vuelvo a pensar, raro en mi, junto con algún cuadro taurino de Solana y Zuloaga hubiera salido una tercera sala (aparte de la "negra" y la "esperpéntica") coherente y muy artística (de nivel), muy impactante (esto fijo que le gusta al sr Borja) y muy de aquí (el rito de los toros, otra de esas maneras españolas de exorcizar la muerte y el dolor)... pero claro, luego caigo en la cuenta. El sr Borja Villel y el sr Zuzaga saben mucho más que yo del arte de la pintura. Ellos saben que los toros, en lo más profundo y en lo más superficial, no son algo moderno. Ellos le echan un ojo a Pepe Illo y ven Lascaux. Ven el hilo. La tauromaquia es algo eterno.

19 de marzo de 2009

IR/VER



Ir a los toros, como una acción muy caracterizada, no es ver esta corrida, sino casi precisamente lo contrario. En lo segundo, por débiles que sean los fundamentos de la decisión -no pocas veces simplemente un nombre-, se trata siempre de una acción intencionalmente positiva, dirigida a un objeto específico dado, al que se liga, en un mismo movimiento, la propia determinación de ir a los toros, mientras que en lo primero tal determinación queda como un momento previo y separado, que proyecta ante sí un lugar vacío, para el que, en un segundo acto, se elige -y con frecuencia ni esto tan siquiera- una corrida determinada; la cual, por eso mismo, queda desposeída de su especificidad, al subsumirse en el simple papel de implemento ocasional para un vacío preestablecido en una decisión enteramente independiente de ella (...) así también el que se elija con mayor o menor grado de exigencia -expediente, a menudo, para disimularse a sí mismos el carácter inerte y gratuito de la acción- o se deje del todo de elegir es algo que no tiene relevancia alguna una vez que la acción de ir a los toros se ha configurado y definido enteramente al margen de su posible contenido concreto y singular, como una acción genérica a la vez intransitiva, respecto de la cual cualquier corrida, por hermosa que sea, se transmuta de objeto en instrumento y se convierte en un ente fungible e indefinido; pasa a ser, justamente, "una corrida cualquiera". Por lo demás, semejante actitud intransitiva, como inversión formal de los contextos, se halla tan difundida en las acciones de los hombres, que es con frecuencia la que adoptan hasta para casarse. ¿Qué otra cosa sucede cuando se "busca esposa"? El proyecto y la determinación del matrimonio anteceden entonces a la propia aparición de la persona -y el papel de esposa se lanza por delante como un lugar vacío, o vacante a cubrir-, la cual, por esta misma circunstancia originaria, difícilmente llegará, en los largos años de vida conyugal, a aparecer del todo como persona en sí a los ojos del esposo -en tanto que otras, presuntamente más afortunadas, que no fueron buscadas en principio (y observa la incongruencia de este predicado: si no se me conoce, no se me busca a mí; se busca a un hombre) en la demanda de tal plaza vacante, ni elegidas para ella, sino halladas simplemente en la plena y abierta indeterminación contextual de la persona, desaparecen, a su vez, rápidamente, por la acción corrosiva del contexto, van borrando sus rasgos personales bajo el vitriolo papel de esposa. La diferencia, pues, entre las dos acciones contempladas -la de ir a los toros y la de ver esta corrida-, positivísticamente indiscernibles pero completamente opuestas en su sentido real, da lugar a dos formas totalmente distintas de vigencia de una misma corrida en el ánimo del espectador, en cuanto que se trata de maneras inversas de ponerse en relación con ella. Pero la forma de vigencia que resulta de ir a los toros -actitud infinitamente más frecuente que la opuesta- repercute a su vez, de manera decisiva, en la propia producción, dejando al margen la cuestión de si a la postre es el consumo el que se ha configurado en un principio como su reflejo, pues en fenómenos circulares como éste no tiene mucho sentido, en lo que aquí interesa, decidir qué fue antes, si el huevo o la gallina, siempre que se distinga, claro está, entre condiciones económicas de la producción y el consumo taurinos en cuanto tales, que es lo único de que aquí se habla, y las condiciones económicas generales de los espectadores. Al orientarse fundamentalmente la producción de la corrida conforme a la demanda de los espectadores del tipo ir a los toros, ya la propia invención es suscitada ya no por el objeto -de la tierra, del cielo o del infierno- al que haga referencia, sino por el lugar vacío que la reclama, y se plasma conforme a sus principios de genericidad y de fungibilidad: el repertorio ha de ser ampliamente intercambiable, y todos los ingredientes se vuelven implementos para lugares vacíos invariantes y preestablecidos, como se manifiesta en las formas usuales: "El primer espada es un torero valiente...", "El toro vale", "no vale...", etc. Se llegará así a productos extremamente incapaces de sustentar la otra función -la que les correspondería en el contexto de ver esta corrida-, alcanzando con ello la aplastante uniformidad del mundo del toro. Producción y consumo convergen y se condicionan mutuamente a través del lugar vacío en que se encuentran y que podría tal vez simbolizarse por el precio de la localidad. El que pretenda saber lo que es la tauromaquia y conocerlo en sus posibilidades tendrá, pues, que enfrentarse en primerísimo lugar con estas evidencias, sin apartarse al idílico y vano panorama de quienes piensan en ella como si fuese una forma cultural antes que un fenómeno social, como si fuese un arte antes que un comercio". Rafael Sánchez Ferlosio.

(Llevo unas semanas de jardines con el sr Ferlosio; y uno de los jardines en los que me ha metido ha sido en el de los toros. No creo que haya muchos libros que traten el tema de los toros con tanta profundidad como éste, sin ser estos más que una excusa para adentrarse en otros jardines más frondosos para el escritor. Por eso poco a poco irán apareciendo por aquí esas reflexiones que va dejando el Maestro sobre este nuestro tema. Para empezar mutamos aquí un texto suyo sobre "ir al cine" y "ver una película" al espacio de la plaza. No creo hallar grandes diferencias entre los dos fenómenos (cine-toros) que impugnen la comparación. Además, para que pasen un agradable fin de semana, les dejo una joya (sobre todo para los poetas) que aparece en el Apéndice II (Caso Manrique) del libro: El encuentro en el Gran café de Napoles, situado en plena Alameda de Hercules sevillana, entre Juan de Mairena y Don Marcelino Menéndez y Pelayo narrado por Manuel Chaves Nogales (según mi teoría))
(Para acceder a esta maravilla pulsar aquí)


10 de marzo de 2009

PAISAJE SIN EDAD

(Un hombre y un toro)
(Solos)
(Paisaje sin edad)


Estaba leyendo una conferencia de Odo Marquard sobre "Hasta que punto puede ser irracional la filosofía de la historia" (1971). En ella, cerca del final, dice: "Los filósofos de la historia se han limitado a transformar el mundo de diversos modos; ahora conviene cuidarlo. Sin embargo: ¿cómo se hace esto? ¿Cómo se cuida el mundo, los transformadores frente a los transformadores, uno mismo frente a uno mismo? A veces el cuidado se procura mediante la ausencia: cuida quién está en otra parte". Estas palabras, cansadas de transformaciones y progresos, predicando el cuidado y la ausencia, me han llevado a las carreteras de Segovia junto a Julien Gracq. En ese libro de los paisajes y de la memoria llamado "A lo largo del camino", el sr Gracq escribe lo siguiente: "El recuerdo que guardo de Segovia -con una nitidez de fotografía- es el de su alcázar triangular, fortaleza curiosamente grácil al final de la cual la ciudad terminaba en punta afilada, hendiendo los trigales como el estrave de un crucero hundido. Ni un árbol. Desde allí, mi mirada tomaba al bajar una pequeña carretera de polvo más blanca que la harina; subía abruptamente hacia un pueblo castellano muerto de sed, encaramado sobre la cresta de la colina y que la carretera seccionaba justo en el medio como una almena. No había ni un alma en el paisaje, todo color de pan tostado, sólo un campesino que subía de espaldas al pueblo sobre su asno, cuyos flancos aparecían cómicamente abultados por dos grandes sacos de trigo. El sol caía a plomo; era mediodía -excesivamente pronto en España para acudir al restaurante típico-, yo miraba, fascinado, ese paisaje sin edad, en el que nada, visiblemente, ni siquiera el menor detalle, había cambiado desde los tiempos de Don Quijote".

Cuando se dan las circunstancias señaladas, cuando en el ruedo hay un torero de verdad y un toro bravo, la plaza se convierte en un paisaje sin edad y yo miro fascinado. Pero esto cada vez se ve menos debido a los transformadores. En su mayoría políticos y empresarios... Podrían tomar nota para cuidar las corridas de toros de lo que dice Marquard. Auséntense, váyanse a otra parte... con sus medallas baratas incluidas...

9 de marzo de 2009

LA CORRIDA DEL SIGLO






















































El gran espectáculo

Plaza de Las Ventas. 1 dejunio. Vigésima corrida de la Feria de San Isidro.Toros de Victorino Martín, de impresionante trapío, casta y nobleza excepcionales; al cuarto se le dio la vuelta al ruedo.

Ruiz Miguel: Estocada corta y descabello (oreja, dos vueltas al ruedo y aclamaciones de "¡torero!"). Dos pinchazos y estocada caída (oreja y clamorosa vuelta al ruedo). Luis Francisco Esplá: Dos pinchazos y estocada corta (aplausos y saludos). Media estocada recibiendo (dos orejas). Jose Luis Palomar: Estocada tendida perdiendo la muleta (oreja, dos vueltas al ruedo y aclamaciones de "¡torero!"). Estocada atravesada que asoma y descabello (oreja). El ganadero, el mayoral y los tres espadas dieron la vuelta al ruedo a la muerte del quinto toro y al acabar la corrida salieron a hombros por la puerta grande.


Los toros, con trapío y casta; los toreros, con oficio y valientes. Así es la fiesta, así fue siempre y por eso era, como lo fue ayer, ese espectáculo grandioso y único que arrebata multitudes.

A los lamentos de los empresarios cuando la gente no pasa por taquillas, conviene responder que lloran su propia estulticia, porque son ellos quienes echaron al público de las plazas con ese subproducto fraudulento y hortera que inventaron para que unas figuritas de mentira exhibieran su mediocridad con las borregas.

Al público le vuelve a meter en las plazas la corrida verdadera, la de ayer; la que tiene emoción en todos los tercios; aquella en cuya lidia lances y suertes se multiplican y cuanto sucede en la arena suspende el ánimo, pues hay fiereza en el toro y el torero la somete con valor, técnica y galanura.

La corrida que vimos no llegó a ser la mejor de las posibles; otras habrá con toros más bravos y faenas más completas. Fue, en cambio, un modelo de autenticidad, y gracias a ella la emoción se enseñoreó del espectáculo. El público, que abarrotó el coso, vibraba con un entusiasmo pleno, y se satisfacía del reencuentro con la fiesta de siempre, la que viene reclamando durante años con pasión y fe de iluminado.

Salieron los victorinos irrepochables de trapío, impresionantes de cornamenta, y bajo su capa cárdena lucían esa personalidad que los distingue de sus congéneres. Tenían la estampa de la agresividad encerrada en una lámina armoniosa, esbelta, pletórica de poder. Y además derramaron la más pura casta, nobleza, y algunos también bravura excepcional. Cada una de sus embestidas suponía un ¡ay! de angustia, aunque las dieran con boyantía, pues el toro de casta transmite en todos sus movimientos esa sensación de peligro. A excepción del tercero, que acusó mansedumbre, todos los demás fueron buenos. Sobre todo el primero, un toro de bandera, codicioso, bravo en varas y nobilísimo en la muleta; mucho más bravo y merecedor de premio que el cuarto, al que dieron la vuelta al ruedo.

Ruiz Miguel, en una de sus habituales tardes de pundonor y entrega, aureolada por el continuo homenaje popular a su torería y a cuanto significa, muleteó a ese primer toro, reposado, dominador e incluso con destellos de inspiración, que alcanzaron momentos de gran belleza cuando en el platillo ligó una impecable serie de redondos cerrados con el de pecho de pitón a rabo.

Al cuarto, que tenía genio y se revolvía en un palmo de terreno, lo sometió por la izquierda con tanto poderío que puso los tendidos en pie mientras en la plaza atronaban los gritos de "¡torero, torero!".

"¡Torero!" fue clamor durante toda la tarde. La afición se volcó con los lidiadores, lo mismo los de oro que los de plata, pues hasta los subalternos, pasados los primeros sustos que producían las fuertes embestidas y la leyenda de la divisa, tuvieron también una actuación importante. Destacó Martín Recio el. cual dio todo un curso magistral de valor y técnica en la brega al tercero.

Ese victorino fue manejable y Palomar lo recibió con unas verónicas embraguetado, cargando la suerte y ganando terreno; lo banderilleó con facilidad, y le hizo una faena de muleta valerosa, ajustada y de honda reciedumbre, que coronó con un soberbio volapié. En el sexto, aún más noble, el bravo diestro de Soria se gustó en un trasteo variadísimo en el que hubo ayudados por alto como prólogo y como culminación; naturales cargando la suerte, y de frente juntas las zapatillas; ayudados a dos manos, cambios, afarolados, molinetes y pases de pecho echándose todo el toro por delante.

Por su parte, Esplá, que lidió y muleteó con habilidad y entrega al segundo, armó un alboroto en el tercio de banderillas del quinto tras el cual hubo de dar la vuelta al ruedo. Le había hecho un quite por faroles, al que replicó Palomar con otro por tijerillas y delantales. Ambos gozaban de las mieles que estos victorinos de leyenda llevaban dentro. Llegó el toro al último tercio con una embestida de terciopelo, y lo aprovechó para cuajar una de las mejores faenas que haya hecho en su vida. Los pases en redondo, principalmente, salían ligados con el primor del encaje y, finalmente, se adornó, arrojó los trastos a la arena y anudó la pañoleta a uno de las tremendas y asticinas astas.

Victorino Martín, que fue aclamado en distintos pasajes del festejo, ofreció en Las Ventas un corridón de toros. El público estaba como enloquecido y con frecuencia coreaba frases para proclamar los valores esenciales de la fiesta verdadera, la qué exige con pasión y fe de iluminado, pues ella es la que ha jalonado la rica historia de este espectáculo centenario. Al final, después de dos horas y media de gran espectáculo vivido con emoción creciente, los tres matadores y el ganadero, entre aclamaciones de una multitud enfervorizada, salían a hombros por la puerta grande. Y el público, pegando pases por la calle Alcalá arriba.

Joaquín Vidal


Hace unos días el sr Legionario consiguió una copia de este evento tras infiltrarse sigilosamente en las oficinas de RTVE. Habíamos decidido que ya era hora de que estas imágenes estuvieran a disposición del público para la correcta difusión de la tauromaquia durante los siglos venideros. El sentimiento de responsabilidad hacia la obra era grande y permanente en lo profundo de nuestros corazones. Cuanto más elevada la misión, mayores las exigencias. No abordamos el trabajo con ligereza, tal como los constructores de la muralla china que narraba Kafka, y entregamos el video a un asturiano chiflado técnico en audiovisuales (gracias Toranzo) que lo dividió para su correcta visualización en el canal youtube. Luego el sr Legionario, diestro en las más diversas cuestiones, incluida la informática, subió infatigablemente esos videos. Como remate me toca a mí difundir desde aquí la buena nueva colgando la corrida completa junto a la crónica del maestro Don Joaquín Vidal.

Ahora todo el mundo podrá saber lo que es una corrida de toros.

¡Va por ustedes!

6 de marzo de 2009

WATCHMEN


Ahora que están degradando Watchmen via Hollywood creo que es buen momento para recordar el diarío de Rorschach que se publicó hace un par de años en este blog.

Iba con aviso:

El diario que pongo en sus manos es de origen desconocido. La noche del 19 recibí un post que creía procedente de un amigo (el del día 20) y lo colgué. Esta mañana me he encontrado una continuación sobre lo ocurrido ayer día 22. El texto en sí tiene elementos muy polémicos y afirmaciones que no comparto, también contiene comentarios bastante reaccionarios y una prosa incendiaria tan cautivadora como un edificio ardiendo. Cuando me he puesto en contacto con el que yo consideraba posible autor, éste ha negado ninguna relación con el tema. Durante un buen rato he pensado en no publicarlo, pero después de informarme sobre lo ocurrido en Ávila, sumado a la persecución de la revista El Jueves, he tomado la decisión de que no tengo alma de censor.
He creido hacer precisas estas puntualizaciones para no meterme en camisa de once varas y que lean sobre aviso.


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Nº II
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Nº V