(Three figures and portrait)
(Blood on the floor)
(Triptych 1987)
"Las corridas son irresistibles para
Bacon. Así lo testimonian sus óleos de 1969, conocidos como
Estudios. En ellos, el artista pone en práctica su muy riesgoso—y siempre presente—deseo de caminar por el borde un precipicio emocional. “Si uno ha visto alguna vez una corrida,” dice Bacon, “no la olvida jamás”. La provocación, la masa bruta del toro, y la elegante figura del torero, todas ellas se dan encuentro en sus espectaculares Estudios de los sesenta tardíos. Es en ellos que la vida y la muerte se entremezclan, sin estar en absoluto excentas de lo grotesco. Conciente del carácter erótico e inevitablemente fatal de la corrida, Bacon parece regocijarse al comentar que una buena corrida es el mejor aperitivo para toda actividad sexual.
La muerte su amigo George Dyer, en 1971, despierta en Bacon gran interés por la poesía de Federico García Lorca, en cuyo Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, el pintor encontrará reflejado su propio dolor. Al ser leído en su español original, Lorca conmueve al artista inglés. “A las cinco de la tarde,” cita Bacon, revelando su admiración por la demoledora congoja del poeta hispano. “¡Qué no quiero verla!,” escribe Lorca, refiriéndose a la muerte de su bizarro amigo íntimo. Y Bacon reelabora tal idea en términos visuales en las Tres figuras y retrato de 1975, dónde uno de los personajes evita ver el cuerpo del héroe caído, que se retuerce sobre la arena. Mas la actitud de Bacon con respecto a la muerte cambia con el tiempo. Así, Sangre en el piso (1986) nos recuerda “la sangre derramada” que abre la segunda parte del Llanto. En Tríptico 1987, por otra parte, las imagenes no sólo evocan al Lorca del “toro solo corazón arriba” y a “la muerte [que] puso huevos en la herida” del héroe, sino que también nos confrontan, tal como lo hace el mismísimo poeta español, con el “cuerpo presente” de un hombre inolvidable, acaso irremplazable. Paradójicamente, la elegía de Lorca da vida a la obra plástica de Bacon. Su influencia sobre la imaginería del artista británico resulta crucial. Ergo, es gracias a la poesía española que el arte baconiano finalmente expresa, no ciertas urgencias propias de las bestias, sino el sentir específicamente humano. Tal sentimiento es noble y por sobretodo transformador, y es debido al mismo que lo grotesco se torna sublime en el admirable arte pictórico de Francis Bacon".
Mariano Akerman