"¡Ay el arte!, estoy harto del arte, eso es lo que me separa de la mayor parte de los aficionados"
"Me gusta la belleza cuando veo torear bien y, a veces, los toreros llamados artístas lo hacen"
"Toda esta leyenda del arte se remonta a "Teoría y juego del duende", de Federico García Lorca, obra que no vale mucho, que es para adolescentes. Lorca, realmente, no me gusta demasiado como poeta. Creo que el poeta español por antonomasia es Antonio Machado"
"Si hay un Dios en la corrida, ese es el toro. El torero, por bueno que sea, sólo es el héroe, un funcionario de la Iglesia del Dios Toro"
"Yo no soy torista, utilizo el término porque lo hacen otros. Aficionado torista o corrida torista son expresiones extrañas, ¿Qué otro tipo de corrida puede haber? Hace años, en Nimes, había unas corridas toristas a las que llamaban "corridas para aficionados". Ahí vi un par de veces los Tulios. ¿Para quién eran las otras? La corrida comercial no merece la pena, no me interesa, tengo otras cosas que hacer en la vida que aburrirme durante dos horas a un precio elevado. No me ocurre sólo a mí. Puede pasar, incluso, que las corridas de toros se dividan en dos, pues hemos llegado a un punto tal de podredumbre que hace falta un revulsivo"
"La suerte de varas es la piedra de toque que define los tipos de corridas. Para asegurar el porvenir de la fiesta hay que cambiar la suerte de varas. Cuando se instauró lo de los tres puyazos, en el año 65 parecían pocos. He visto en Las Ventas entrar un toro hasta nueve veces al caballo y tirar dos picadores. Tuvo que salir el picador de reserva que había entonces, que para poder picar al toro tuvo que poner el caballo apoyado en la barrera. En Francia se ha producido una reacción contra la suerte de varas actual, ya que, de seguir así, va camino de desaparecer. Han sacado un nuevo peto y un caballo más ligero y he visto al público de pie, aplaudiendo al picador, después del quinto puyazo. El contratista de estos caballos, quien posibilita este cambio, se llama Alain Bonijol. Sueño con una suerte de varas renovada, con una puya de tienta, con caballos móviles y ligeros; con una suerte movida, parecida a la del siglo XVIII, que se picaba al galope... En mi sueño, al toro se le darían cinco, seis, diez, doce ó veinte puyazos. ¿Por qué no?"
"Lo que más me ha interesado, siempre, ha sido el toro. Mi ganadería preferida es la de Victorino Martín. Él es el grande de los grandes. La cría de los toros de estos últimos 40 años se puede ver como un diálogo entre Victorino y los Domecq, una discusión entre criar toros para el torero o para el público que paga. Cuando se empieza a cortar el toro por el patrón que quiere el torero se inicia una bajada que es muy rápida. El toreo emociona por su misterio, por eso es difícil torear. Cuando se hace algo bien con un toro complicado se aplaude. Cuando ves a Enrique Ponce ese pase perfecto, rodilla en tierra, no te dice nada. Si no hay emoción, no hay arte. Sin bravura, no hay toreo".