31 de agosto de 2007
PASADO, PRESENTE... ¿PROGRESO?
El ser humano ya no sólo está situado en "el mundo" a secas, sino en un mundo fábricado por él, lleno de artefactos y máquinas que entrañan un inmenso peligro de destrucción y deshumanización.
El ser humano ha quedado desfasado en relación con el mundo tecnificado. Inmerso en una modernidad demasiado rauda, impersonal y alienante, el hombre carece de imaginación, de sentimientos y de ética acordes con las perspectivas, las necesidades y las exigencias de su nueva criatura-monstruo.
Éste ya no es una cómoda morada en la que reinan los seres humanos; la "técnica" ocupa el trono y su dominio es un lugar terrible que, aunque en apariencia ofrece "libertad", amarra a sus súbditos.
Los hombres se han convertido en trabajadores por cuenta ajena, que tienen que vender sus conciencias al diablo de la producción a cambio de un salario que apenas si les permite sostenerse. El mundo tecnificado los devora y les destroza el alma, les ofrece "un todo" que a la vez "es nada". Sobre Günther Anders.
Mejor toro que gallina...
TÉCNICAS DE RIEGO

¿De dónde brotaran mejores frutos para la tauromaquía?, ¿de las lagrimas de El Cid que cayeron como rocío sobre la negra arena de Bilbao tras su encerrona con los Victorinos? ¿o de la sangre que abnegó Linares como el Nilo en la misa oficiada por José Tomás en honor a Manolete ante los Nuñez del Tufillo?.
30 de agosto de 2007
PALMARIO

29 de agosto de 2007
EL ARTE DE LOS JIFEROS DEL MATADERO

27 de agosto de 2007
FIESTA EN ALBA


Mí teléfono móvil suena a insectos, el futuro me estaba hablando, debí haberlo barruntado...
Tenía el cacharro al oido, con el Legionario y sus gritos, antes de abrir los ojos. No es buena manera de comenzar la jornada, sobre todo después de dormir 4 horas como mucho. Obedecí sus ordenes al pie de la letra: me levanté, me duché, me llené los bolsillos tanto de cosas útiles como inutiles: dinero, droga, el DNI... En diez minutos salí a la calle.
Quedé en una farmácia, y allí me recogió. Subímos a una casa y me empezó a presentar gente. Gente y más gente... Ibamos a ir con todos ellos a una novillada mixta con picadores en Alba de Tormes. Toreaba uno de la familia: Alejandro Esplá.
Montado en el coche iba conversando sobre la Batalla de los Arapiles con el Legionario... La colina de Arapil Chico se ve desde la carretera. Pequeño promontorio, regado con sangre de centenares de personas, cultivado con metralla y plomo, productor de Historia. ¿Caminarán almas en pena por sus campos a la luz de la luna cada 22 de Julio?, ¿entremezclado con el viento no se oiran gritos de dolor eterno en inglés, francés, español, portugues...?
Volví al presente doblando una curva. Tras unos cipreses está el puente y Alba que descansa a orillas del río Tormes. La postal se me apareció más bonita de lo que la recordaba.
Recia, ese es el adjetivo que me vino a la cabeza. Recia es la ciudad, como la Casa de Alba, recia como el cuerpo incorrupto de Santa Teresa, recia como sus habitantes... Como sus pinchos en el primer bar donde nos refugiamos toda la comitiva: rabo de cerdo, oreja, jeta...
Paseando, buscando algún sitio donde comer, nos cruzabamos, como salida de una banda sonora, la música de charangas del pueblo. Me sentía como Alexander Hacke por Kesan, con su camiseta de Eisturzende Neubauten, en el documental Crossing the bridge... Quien quiera saber como es eso, que lo vea.
Al final, típica comida con mesa para 17, puro caos español a las tres y media de la tarde. Paella de mierda, aguja de ibérico, y Dios se apiade de los camareros. Porrito digestivo antes de entrar en la plaza con el Legionario. No todo van a ser puros en la tauromaquia. A la puerta, las primeras cagadas de caballo. La fiesta me acerca al campo, paleto de ciudad que soy.
Cuca fue la palabra que se me vino a la cabeza en cuanto salí del vomitorio. Pequeñita, cubierta, con sus 4 detallitos en piedra de Villamayor, daba gusto sentarse allí. Lo único era una cierta sensación a polideportivo, a luz artificial... Y en un rito cuasi solar como este, eso es algo trascendental. Aunque nos jodamos quedandonos ciegos en la mitad de los tendidos, aunque nos mojemos, aunque aparezca el peor enemigo de los toreros. Quien haya caminado por el albero de Ronda a las seis de la tarde, en pleno verano, con su brutal sol estallando, y la plaza dividida en sol y sombra, me entenderá. Pero esto son solo desvarios de romanticismo barato. Alba no es Ronda, no tiene ni su tiempo, ni sus necesidades. Por eso digo que me gusto la plaza. Es muy cuca.
¿De la novillada que voy a decir?. Puedo decir que eran las fiestas del pueblo, que había un viejo que tocaba la trompeta y al mismo tiempo golpeaba un vidón de gasolina vacío que le colgaba del cuello...
También puedo decir que había un rejoneador que consiguió la memorable proeza de que un novillo mocho le hiciera un buen bujero a su caballo. En venganza, en la suerte de matar, le anduvo buscando, mareandolo hasta que le enjarreto una puñalada en los costillares traseros que formó una abertura que hablaba como una boca, cantando las verguenzas del jinete a los 4 vientos. Era de todos los colores: negra, roja y blanca. Como un bigote, una encia y unos dientes. Una boca sanguinolenta veía yo. Bataille hubiera visto un ojo (capitulo X), un ojo mirandome desde dentro y preguntandome: "¿y tú que miras?".
De los de a pie puedo decir que lo pusieron todo ellos, porque los novillos eran babosas. Como los del dibujo de más arriba. Tienen su par de cuernos, su morrillo, su rabo, sus babas, y se arrastran por el suelo.
"Con esto no hay fiesta posible", me decía yo mientras el novillo corría hacía el banderillero. Éste se disponía a cuadrar, una bala invisible impactó al animal y se vino abajo, los brazos persiguieron la carne muribunda intentando clavar el par de palitroques, imposible llegar. Lanzó los palos como dardos, a la desesperada, pero estos rebotaron en la pobre babosa rebajada en la arena. "Habrá que ablandarlos más, tienen la piel demasiado dura todavía", me decía yo.
Hubo un momento dado en el cual intentaron que una de las babosas se levantará. Creo que era para darle unos pases. Entre tres lo intentaban, y el bicho ni quería, ni podía. Entonces fue cuando el respetable empezó a tocar por palmas de tango... Para pedir música. Como si me hubieran disparado una bala de diamante en la frente, de repente lo ví todo claro. Por un lado, que sin toro no hay fiesta. Por el otro, que allí no merecía la pena cavar ninguna trinchera.
En ese momento SUBREALISTA, donde un pasodoble tronaba por una faena que no existía, miré a izquierda y derecha. La gente sonreía feliz. Viejos con sus puros, jovenes tramando, señoras con sus amigas, parejitas cuchicheando cosas al oido, peñistas con sus camisetas, familias reunidas, niños agitando pañuelos, hombres lanzando lomos, hermanas orgullosas... Y yo en medio...
Todo acabó y cruzamos el río. Abandonamos Alba tras su telón de cipreses. Nos acercamos a un hotel a las afueras y tomamos la última despidiendonos, deseandonos buena suerte, todos encantados de conocernos.
En el camino de vuelta pasamos otra vez por Arapiles. Esta vez pensé más en la estupidez de regar colinas con sangre de cientos de muertos, en el silencio inmenso que ha quedado allí, en las estupideces que podía haber pensado yo antes... Pensamientos que flotaban en el silencio del interior del coche cuando a lo lejos aparecieron Salamanca y sus luces.
(Rosa Jimenez Cano, que sabe mucho más que yo de toros, ha resumido la corrida en 20 segundos de video: la salida a hombros de Esplá. No ha puesto ni una imagen más, ni ha dicho media palabra más... Creo que esto lo dice todo sobre lo sucedido en la plaza)
22 de agosto de 2007
PATÉTICO


20 de agosto de 2007
UN VERDADERO VIAJE

Menudo despertar más raro... De repente empecé a ver, pero ya tenía los ojos abiertos. De hecho me picaban como si llevara un día sin dormir. Lo primero que hice fue frotarmelos con mi dedo indice y pulgar. Al alejarlos me dí cuenta de que estaban manchados, ¿carboncillo?. Mi lengua era como a una ballena varada en la arena, con la manga me limpié las boqueras de los labios, escupí compacta baba blanca. Observando mí creación caí en mís terrenos, dandome cuenta de que estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas. Miré al techo, miré al suelo, miré a diestra y siniestra... Mi experiencia me decía que era un secadero de tabaco.
Entre mis piernas había un cuaderno Moleskine garabateado y restos de mina de lápiz. Nada de esto tenía mucho sentido, pero a veces pasa... Los vaqueros Lee, que algun día fueron color crema, estaban en condiciones dignas de un jornalero, la camiseta echa un siete, las chanclas eran restos de chancla...
Ya de pie, giré 360 grados, era un secadero, gire otros 180, estaba abandonado, otros 90, allí vivía gente, iba a por 180 más cuando me di cuenta de que no estaba solo.
Fue por sus dientes blancos... Sonará racista, pero si no llega a sonreir el muy cabrón, no me doy cuenta en la vida... Allí estaba, un negro en una esquina, mirandome y riendo.
Se acercó hablando en su idioma. Desde el primer momento supe que no tenía nada que temer (soy un poco paranoico), era un señor mayor muy amigable y en sus manos traía una botella de plastico con agua. Me tocaba, me hablaba y yo no entendía nada. Yo bebía de la botella y le miraba. De su boca manaban sonidos y sonidos, el hombre no sabía ni papa de español. Entonces pareció darse cuenta de que a mí como si llovía y se calló, pero no sin regalarme una calida sonrisa. Con ella su rostro se cuarteo como el fango seco, revelandome miles de lineas con sus mismas historias, la mayoría relacionadas con la penuria. Le puse mi mano encima de su hombro huesudo y lo apreté, de mí rostro brotó la sonrisa más sincera posible, la verdad es que casi lloro. No se como explicarlo, pero ese negro irradiaba todo lo bueno y puro que debe quedar en la raza humana.
Nos sentamos frente a frente en unos taburetes, por fín en silencio. Yo observaba la absoluta falta de decoración y escuchaba el silencio. Mis ojos se cruzaron con los suyos, el gesto había cambiado, ahora era serio.
"¿No te acuerdas de nada?". Sonaba a mejor castellano que el del doblador de Morgan Freeman. Me sentí como el niño del Resplandor.
Lentamente se levantó y fué hasta la pared donde yo me había encontrado a mí mismo hace un rato. Cogió el cuaderno y lo puso ante mí.
Eran bocetos frenéticos de la suerte de varas. Toros entrando al caballo con codícia y espectacularidad, picadores en tensión, cerca del derribo. Emoción y bravura. ¿Pero qué era todo esto?, ¿lo había dibujado yo?, ¿cuándo?. El leyo mí mirada confusa, y esta vez, alargando él su mano hasta mí hombro, dijo una palabra: "Guadarrama".
Un recuerdo tras otro se fue formando en una espiral que se dirigía hacia el inconsciente como agua por un sumidero. La taza de wc de mí cabeza se quedo vacía del río de experiencias pasadas, para luego irse rellenando lentamente en una tranquila y estancada memoria donde chapotear.
Los ojos del negro estaban llenos de venitas sanguinolentas, me eché hacia atrás apoyando la espalda en la mesa, mis dedos por encima del dibujo como sí fuera braille. Sentí el papel como chapa mal pintada. El Legionario...
Sabado por la noche, completamente colgados de setas, mirando que coche robar para ir al día siguiente a una novillada concurso. Cada uno se rebusca la vida como puede. Por fín El Legionario abre uno. Supermirafiori. Justo lo que andabamos persiguiendo. Éste le hizo el puente, y yo puse la radio a toda hostia. Salímos escopetaos...
Siempre busco la música para cada momento, para cada situación. Me zambullí en las ondas... De entre las ondas, la estática, el ruido blanco y toda esa mierda surgían confesiones de madrugada, el último amistoso del Murcia, voces sexys, atentados en Irak, canciones ñoñas... Un magma que me parecía apasionante con mi colocón de aguardiente y demás sustancias... "Pon algo de una puta vez" me gritaba El Legionario. Sintonicé a Los Chunguitos, banda sonora de "Deprisa, deprisa", "Ay que dolor", el destino nos llamaba por rumbas y nosotros descojonaos... ¡Ole!.
No se ni dónde, ni cómo, ni cuándo, pero nos salimos de la carretera. Siniestro total para el coche, de milagro casi nada para nosotros. "Acho, escampa antes de que vengan los picoletos, cada uno por su lao". Él desapareció ipso-facto, yo me quede mirando en la oscuridad: camino de tierra, nada a ambos lados, unos focos a lo lejos. Salté una valla y me introduje en los campos de cultivo.
Tampoco se cuanto estaría caminando, ni hacia donde, pero al final ví una pequeña luz de fogata. Allí conocí al negro, en medio de la noche me ofreció su humilde morada. Me daba verguenza entrar, yo estaba sucio, estaba drogado. Intento acordarme de mis sensaciones... Creo que me hablaba en su idioma, pero yo le entendía. De la mano me llevo al borde del canal que regaba aquellos sembrados. Señaló el agua, su sonido contínuo me relajaba, sus dientes brillaban, empezó a cantar una melodía que me asaltó desde el origen de los tiempos, era triste y alegre, como la vida misma. A veces creía estar en un remake barato de la escena del indio de "Asesinos Natos". En otros, me pareció que todo lo anterior a conocer a este hombre había sido ficción.
"¿Te gustan los toros?", me señalaba con el dedo y decía palabras que nunca había oido. "¿Tú puedes ser un toro?". Yo reía con toda esta mierda chamánica, pero también me infundía un enorme respeto. "Yo estuve en la Plaza de Melilla cuando Domingo Ortega cortó dos orejas, rabo, y una pata que el Maestro no aceptó, a un toro Santa Coloma. En el año 1947." Nuestras carcajadas se debían oir en kilometros a la redonda.
"Los toros no es solo para divertirse haciendolo o viendolo. Para eso no matas un animal. Nunca pueden ser mero entretenimiento, eso es de la sociedad del espectáculo, de los occidentales. Es algo que también tiene un aspecto funcional en la sociedad, una parte espiritual, como los encierros en los pueblos para los jovenes... Rito de iniciación".
Volvía a cantar entonces, el agua hablaba, su voz se derramaba. Paraba y contaba más historias, sobre su familia griot en Mali, sobre sus viajes a Marruecos con cofradías gnawa, sobre el trance y sobre la verdad que nos revela, sobre Dios... Llevaba un ritmo continuo con las manos que iba ganando velocidad de una manera imperceptible. Pudo pasarse horas recitando.
Me alargó un cuenco con la mano, no se de donde había salido, bebí sin preguntar... Su tono de voz subió, cerré los ojos y no me acuerdo de nada más...
Al abrirlos, me sorprendió ver junto al negro a El Legionario. "Menudo ciego te pillaste ayer, me quedaste flipao. No se que te daría el negro este, pero aparecí por aquí de casualidad y estabas fuera de control. Sentado ahí dibujando con los ojos volcaos. Farfullando nombres de ganaderías durante horas, yo te llamaba y ni puto caso, como si estuvieras escuchando música, y repetías Guadarrama, Guadarrama...".
Sobre un fondo negro aparecen líneas blancas, líneas nerviosas que se entrecruzan formando un túnel que succiona y obliga a correr... Corro y me paro, giro, un toro avanza, aparecen más líneas, frenéticas esta vez, se dibuja un caballo con su picador encima. El toro acude al galope y se estampa contra el pecho del caballo que aguanta como puede. Del lomo brota sangre roja en un mundo negro y blanco. Una y otra vez vuelve, la sangre que causa el puyazo abnega el albero y me llega hasta las rodillas. En los ojos del toro veo que en ese momento reside su verdad. En mis visceras, en mis sesos, siento que ese negro solo me pide que busque verdades.
El Legionario me está dando de guantazos y pidiendo que vuelva. Me protejo la cara como puedo. "Anda, vamos, que tengo que estar levantado pronto mañana... Despidete del viejo y escampando de aquí".
Con una mirada basta. Lo dejamos allí, a la puerta del secadero. Luego un rato andando y en el primer pueblo robamos una motocicleta.
Le iba contando mí viaje al oido mientras conducía, con todo detalle...
Solo me respondió: "callate y mira lo bonito que está el campo".
18 de agosto de 2007
BUSCA LAS DIFERENCIAS
17 de agosto de 2007
UNO DE LOS NUESTROS

16 de agosto de 2007
ESPERANZA Y VERDAD


En la última plancha de su serie sobre los desastres de la guerra, llamada "Esto es lo verdadero" (nº 82), Goya hace un esfuerzo, y remonta su tremendo pesimismo para brindar, al final, un horizonte esperanzado. "Lo verdadero" es el abrazo de la Paz y el Trabajo, que engendran la abundancia (gavillas de mies, cestos de pan, barriles y ramos de frutales bien cargados de frutos).
Yo quiero acentuar la conexión entre Goya y Tony que propuse ayer, y por esto cerramos con la foto llamada "¿Se puede torear con más verdad?". Aquí Tony también remonta su enorme pesimismo para ofrecernos algo de esperanza a los aficionados. Aquí "La verdad" es el abrazo de lo Ético y lo Estético, que engendran la Tauromaquia (de frente, la muleta adelante y planchá, cargando la suerte y obligando al toro).
(El torero es Domingo López Chaves).
14 de agosto de 2007
GRABADOS SIGLO XXI























DESDE EL PASADO

8 de agosto de 2007
SAN ALBÍN, LOS GLADIADORES Y RAFAELILLO



De niño mataba moscas con un palo de plástico acabado en forma de mano, ahora me dedico a aplastar topillos con una pala. Uno, dos, tres... Decenas.
A la entrada de mi cueva parece que han estado lloviendo del cielo, para acabar reventados contra el suelo como goterones. Pequeños charcos rojos de pelo y visceras.
Está apasionante tarea me ocupaba el viernes por la mañana cuando apareció mi amigo El Legionario. El Legionario es bajito, piel blanca y pelo castaño. De Mérida. Un tío.
Se sentó a mi vera, y se puso a fumar grifa. Casi no dijo palabra, sólo alguna carcajada cuando algún estupido animalillo escapaba de mi ansia exterminadora. Eran pocos. Estos nuevos topillos son más tontos que los de hace años. Deben ser de encaste Domecq.
Me puse a recoger restos con la pala para echarlos al cubo. Cuando acabé tenía medio cubo lleno y un ejercito de moscas flotando sobre él.
El humo de la chusta que me pasó alivió la peste a rata muerta. Entonces me propuso el viaje: bajar a Cáceres en la furgoneta de una gitana que conoce, y desde allí, andando a Mérida como Andrés Vazquez cuando era El Nono.
" Tengo una casa en el cerro, dormiremos bién, y el domingo a lo mejor nos acercamos a ver los Conde de la Corte o los Jandilla. La vuelta también en la furgoneta ".
No había más que decir. Metí unas cuantas mudas en una bolsa de Carrefour y partimos. El viaje fue comodo y rápido. Conversaciones de admiración hacia Navalón y de desprecio hacia Joaquín Sabina. En menos de lo que canta un gallo me encontraba en mi Extremadura. Y en menos todavía, habíamos conseguido haciendo auto-stop, un coche que nos acercara a nuestro destino, evitandonos así las penurias del maletilla.
Ya en la capital, con un clima digno de Darfur o El Alamein, nos dedicamos a escondernos del sol y disfrutar de las delicias de la tierra: cachuela por la mañana, ibéricos de cerdo a todas horas, prueba y morcilla de Guadalupe en el Castuo, churros de verdad ( no madrileños ) en Los Rosales a las 7:30 de la mañana, etc, etc... Mucho aire acondicionado ( en su defecto ventilador ) y algún chapuzón que otro, ya fuera en piscina o en el embalse de Proserpina, donde se bañaban los romanos hace siglos, servían para aliviar la calorina.
Intentabamos dormir cada noche en una casa situada a los pies de la plaza de toros de San Albín. Construida en 1914, con categoría de 2ª y capacidad para 14.000 personas, ahora es una plaza fantasma, y no sé hace cuanto que no se mata un toro en su albero.
El domingo, cuando era la hora de la siesta, me escabullí a dar una vuelta, la ciudad estaba desierta. Me colé en la parte romana. Durante unas horas anduve en silencio por el teatro, el anfiteatro, el circo. También fuí al templo de Diana y al arco de Trajano. Para finalizar mostré mis respetos ante el hornito de la martir Santa Eulalia.
Ya con los ojos llenos, la boca seca y los pies doloridos, me puse rumbo a casa del Legionario. Justo en la puerta, cuando iba a llamar, me giré y allí estaba: La plaza. Con su color rojo ensuciado por graffitis, encima del cerro, presidiendo el paisaje muda.
En cuestión de minutos me había escurrido dentro y andado por su arena. Está más muerta que el anfiteatro donde hace 2000 años se mataban los gladiadores... Sentado en sus gradas, mi cabeza empezo a producir digresiones en forma de pregunta...
¿ Qué va a ser de este edificio ?, ¿ será abandonado a su suerte hasta ser enterrado por escombros ?, ¿ sólo sobresaldrán las andanadas cómo los últimos 7 sillares del teatro ?, ¿ o se mantendrá para que pasen los turistas a verlo como brutal espectáculo desaparecido ?, ¿ tienen algo que ver los toros y los gladiadores ?, ¿ creen menospreciar a Rafaelillo llamandolo " arrimones " o " gladiador " ?, ¿ sabe la gente que lidiar significa batallar, pelear ?, ¿ saben que la emoción reside en lo cerca que pasen los pitones del cuerpo del torero ?, ¿ saben que esto lo hace un espectáculo con un componente angustioso ?... Parece que la gente no sabe nada de esto y la plaza se muere agonizante... ¿ Cómo la fiesta ?
Todo esto quedo roto por el sonido del teléfono, era el Legionario. Al final no podiamos ir de fincas. En un rato había quedado con la gitana que nos llevaría otra vez a la cueva... Me despedí de la plaza y la desee una pronta recuperación.
Cinco minutos después de cruzar el Guadiana caí dormido...
6 de agosto de 2007
DIARIO DE RORSCHACH, 1 Agosto 2007
