Escribo todo esto bajo los efectos del jet-lag. Acabo de llegar de
Baltimore, Maryland, USA. A donde me mandó mi apoderado hace dos semanas. Me dijo: "Sí quieres entender algo de toda esta sinrazón vete al West Baltimore y abre bien los ojos y los oídos, aunque duela. Puede que incluso aprendas algo sobre toros, sobre el planeta de los toros y toda su mierda". Como casi siempre le hice caso. Compré billetes y me dio un par de nombres, de direcciones, de esquinas donde empezar a mirar.
¿Por qué Baltimore? Porque si, hasta cierto punto, el hombre parece a veces no ser más que un cáncer que se propaga y corroe la tierra, Baltimore muchas veces parece ser ese tumor maligno de donde brotará la metástasis. Fui allí a naufragar, a ahogarme.
Encontré muerte, hambre y enfermedad, drogas, camellos y putas. Muchos yonkis. Vicio. Casas tapiadas, basura y oscuridad, injusticia, corrupción y mentira. Abandono. Muchos homicidios. Cocaína, heroína, crack. Impotencia, sumisión, estupidez. Puños, navajas, pistolas, escopetas. Epítetos rabiosos escupidos por altavoces de los cuatro por cuatro. Muchas armas. Cicatrices, pústulas, infecciones. Desesperación. Todo ello en una ecuación diabólica donde las incógnitas van variando para venir a dar resultados monstruosos. Niños camellos asesinos, sin padre hijos de madres drogadictas, zombies andantes deformes envueltos en harapos, policías en guerra contra no se sabe quien, falsos políticos depredadores, periodistas embaucadores con sed de gloria, trabajadores sin trabajo en barrena, abogados avariciosamente malvados...
Y en medio de todo, cómo no, también encontré gente que me dio luz en medio de tanta oscuridad. Como las pequeñas velas que iluminan las casas abandonadas del gueto. Como la energía de unos sobrecogedores espirituales negros cantado en alguna misa del oeste de la ciudad. Nada de grandes cruzadas. Gestos simples. Dar techo a alguien, ayudar al necesitado sin que él te lo pida, escuchar al otro, llevar al perdido a casa...
Ustedes se preguntaran que coño tendrá que ver esto con los toros. Mucho me parece a mí. Casi todo funciona mal y hay tantas miserias a su alrededor como en cualquier otro campo donde el hombre meta sus manos. El sistema actual se carga lo que toca. Sólo queda tirar para adelante luchando como sea. Acercarse a ser como aficionado como un día se describió a sí mismo
Walter Benjamin:
"Alguien que se mantiene trepando a lo alto del mástil de un barco que se hunde y desde allí lanza una señal de rescate"
(El mapa de arriba marca los 276 homicidios cometidos en el 2006 (Baltimore: 637,455 hab). El resto son instantáneas del oeste de Baltimore, donde reside un gran porcentaje de la comunidad negra que constituye el 65% de la población de la ciudad. Mendigos, casas abandonadas y tapiadas llenas de graffitis donde se cuelan los adictos a consumir droga. La última refleja un homicidio, algo habitual en sus calles. Baltimore es una de las ciudades más violentas de Estados Unidos)