(Escaleras del Vaticano, aula de anatomía en el Palazzo Bo de Padova, Vesalio y la lección de anatomía del Doctor Pulp... desentrañando la lidia)
Llegué a Las Ventas con el Legionario y Paul (fabricante de pasquines en Mea Shearim para el Neturei Karta), buscando la casta Santa Coloma y la disección de la bravura. Sentado al sol rodeado de lo que queda de la afición de Madrí, y de americanos, chinos y albanokosovares varios, fui cayendo lentamente en espiral, toro a toro, como por una escalera de Bramante mental, hasta convertir el ruedo en un enorme Palazzo Bo de Padova donde en vez de diseccionarse cadáveres se diseccionaba el comportamiento y anatomía de cada astado. La gente a mi alrededor tomaba notas, comentaban por lo bajini, observaban atentamente, gritaban correcciones... un ambiente parecido al que rodea a Vesalio en el grabado de la portada de su "De humanis corporis fabrica" o al del cuadro de Rembrandt "La lección de anatomía del Doctor Pulp" (otros verán a Hogarth y sus primera y cuarta etapas de la crueldad). Aficionados intentando desentrañar algo de verdad en un toro con instrumental vario a través de las incisiones de un sabio en la cuestión... y la vara como bisturí. (Tema aparte es que en Las Ventas no se encontrara por ningún lado algo parecido a un Vesalio o un Dr Pulp y pusieran a dar la lección a gente en prácticas, o completos incompetentes, que fomentaron la confusión e imposibilitaron sacar conclusión alguna).
En esto estaba, desentrañando, y a "Comadrón" le iban a poner el sexto puyazo. Uno detrás dijo: "no van a dejar nada para la muleta... esto no tiene sentido". No pensé en ello hasta que Millán se puso a dar pases y zapatillazos, no torear, con él y el toro dando vueltas. Entonces volví a Padova haciendo elipsis ascendentes. Esta vez con Copérnico, que paso por sus aulas antes que Vesalio buscando la verdad, pero no en el interior de los cuerpos, sino en el cielo y los astros. La muleta es como el astrolabio y el cuadrante copernicanos para cierto tipo de aficionado, el mayoritario. Es donde encuentran su verdad en la plaza. Es donde escuchan la música de las esferas celestes del universo, la música callada del toreo. Calculan la colocación del torero, la estrella, en el ruedo y miden los ángulos de la altura y velocidad de los pases. El toro es un satélite del torero, que es centro del universo de esta parte de la afición. De ahí vienen esos circulares interminables con bóvidos gravitatorios que iluminan públicos varios...
Toda esta ensoñación se cortó como la leche con alcohol en un estomago con el Pablo Mayoral que cerraba plaza derribando caballos y sembrando el terror en el ruedo. A mi lado Antonio Ordóñez (en serio, no es broma) sonreía. Estos "mansos encastados" (el Legionario dice al escuchar esto: "Mi no comprender"), a lo Dolores Aguirre, que leen a Marcuse, me resultan interesantísimos, no lo puedo evitar, y con ellos sé que es imposible escuchar las esferas celestes del universo, no como con los que puedes tener en el cuarto de baño de casa...
Dicen los copernicanos que la corrida fue un petardo. No dudo que pudo ser mejor. Pero a mi me confirmó en que aula, el quirófano no el planetario, es donde estoy matriculado.
(Copérnico mirando al cielo y su sistema: el torero en el centro, los toros alrededor)
2 comentarios:
Espere, me ha dejado sin respiración. Cojo aire.
(estamos matriculados )
Sr Javier... lo de la falta de aliento ¿por la heterodoxa puntuación? ¿o se creía usted que me había hecho Copernicano?
(Le confieso que no había leído la chotoeditorial hasta después de publicar el post... definitivamente estoy matriculado con Vesalio)
un saludo
(y a mi que los 20 puyazos se me quedaron cortos, ¡ojalá hubieran sido 30 ó 40 ó 60!)
pd: ¿qué le pareció lo de Bernhard?
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